FINALIZADO el descanso estival, las instituciones y los responsables políticos se disponen a iniciar un nuevo curso lleno de citas e incógnitas. La escena política española va a estar condicionada por el desarrollo de cuatro grandes asuntos, como son, el caso Bárcenas, la evolución de la economía, el liderazgo en el PSOE y la situación catalana. Son cuatro asuntos de envergadura, en los que las posiciones de los principales partidos muestran tal nivel de discrepancia que todo hace prever que la bronca y el enfrentamiento seguirán imponiéndose en la política española. El escenario político vasco, por su parte, muestra algunas diferencias que podrían hacer presagiar un ambiente más distendido y constructivo, deseable para hacer frente a las dificultades del momento y consolidar el nuevo tiempo político vasco. La corrupción y los escándalos de financiación no están en la agenda política vasca, más pendiente de la situación económica y de su efecto en empresas y ciudadanos, y la tensión que aquella provoca no contamina las relaciones interpartidarias. Una de las primeras citas del curso será la cumbre que reunirá a las direcciones del PNV y el PSE con el objetivo de cerrar un acuerdo en materia fiscal y de lucha contra el fraude, que lógicamente facilitaría que el gobierno de Urkullu pudiera contar con un presupuesto en 2014, para lo que también es preciso sumar a los socialistas vascos a un acuerdo sobre el destino de las principales partidas de gasto. El primer año del ejecutivo de Urkullu se ha caracterizado por un severo ajuste en el gasto público que, sin embargo, no se ha traducido en recortes en ámbitos tan sensibles como la educación, la salud o el empleo público. Cabe suponer que un acuerdo político sobre las Cuentas despejaría algunas dudas sobre la sostenibilidad del modelo social vasco. Las posibilidades de acuerdo en otras materias, por desgracia, se muestran más lejanas. La consolidación de la convivencia arrastra aún mucho lastre y la paz sigue pendiente de decisiones comprometidas. Es ingenuo pensar que las cuatro sensibilidades principales del tablero político vasco consigan llegar a acuerdos de fondo en el corto plazo pero no habría que quitar importancia al logro de pequeños acuerdos que a la postre permitirían avanzar también en esta materia.
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