Descubriendo el fin del año
Se conocía como intelectuales cool a aquellos depredadores de la categoría de los vertebrados que ocupaban sus ritos de iniciación olfateando y descubriendo el fin de algo con qué alimentarse.
Ellos descubrían el fin de la utopía; el fin de la moral burguesa; el fin del artista humanista; el fin de la socialdemocracia; el fin de la familia tradicional; el fin de la tecnología de la libertad frente a la libertad de la tecnología; el fin de la supremacía occidental; el fin del cristianismo o el fin de la raza blanca. Y, desde luego, el fin de los intelectuales, que solía ser su temática reincidente.
Reflexionemos un momento. ¿Qué se podía esperar de unos profesionales del pensamiento, depredadores de la categoría de los vertebrados, que alardeaban de tal manera hablando de su fin? La cosa estaba clara. No se podía esperar más que el fin del pensamiento, que era otro de sus temas fundamentales. ¿Y qué hacíamos en la tribu para protegernos de estos pájaros de mal agüero? Pues intentábamos mantener aislados a los machos adultos. En la era felipista se les daba albergue en las cloacas del Estado.
En las épocas de Aznar y Rajoy, con la marca España y la unidad nacional en juego, se facilitó su inserción en los impresionantes medios afines a la derecha, para los cuales siempre había despensa monetaria, a pesar de las crisis. Cómo estos pájaros de mal agüero evolucionaban hasta acabar yendo a comer a un fondo de reptiles luchando desde allí por la continuidad de la especie seguía siendo uno de esos secretos que la naturaleza mantenía más celosamente guardados.
Javier Quintano Ibarrondo