En su debut parlamentario, Laura Mintegi ha expuesto con claridad que el propósito del grupo al que representa tiene como "eje indispensable, la independencia".
Pues muy bien. Si desde hace 50 años ella y sus representados hubieran optado por conseguirlo desde las instituciones como ahora, nos hubiéramos librado de 50 más 20 años de sufrimientos, de casi mil víctimas inocentes y de otras víctimas que ocasionaron artefactos que portaban, de víctimas por imprudencias y enfrentamientos y víctimas por acciones premeditadas al tratar de eliminar al oponente.
En "este nuevo tiempo" como dijo la portavoz, lo primero que tenía que haber hecho al comienzo de esta legislatura es pedir perdón por haber ocasionado tanto sufrimiento y dar las gracias por permitir estar donde están sin merecerlo. Lo que debe de hacer para ir consiguiendo credibilidad es mostrar compromiso democrático de respeto a las reglas de juego y reconocer que quienes durante 50 años han contribuido al mantenimiento de las pistolas.
Ahora en el nuevo tiempo no merecen credibilidad, a menos que condenen la sangrienta historia de ETA, exijan su disolución incondicional, el esclarecimiento de todos los crímenes, que dejen de equiparar a víctimas y a asesinos, que no traten de justificar su macabro proceder y que se comprometan con un relato verídico a esclarecer la verdad y la realidad.
La parlamentaria Mintegi de comienzo debe de renegar y repudiar el pasado de la izquierda aber-tzale, reconocer el honor, la memoria y la dignidad de las víctimas y el sufrimiento causado.
Solo así y reconociendo responsabilidades comunes en la tragedia vivida, lograremos la convivencia y la libertad.