Me refiero a la maratoniana jornada parlamentaria para la designación de lehendakari. Lo más novedoso, en mi modesta opinión, fue el protagonismo de una persona como Laura. Sobria elegancia, afable, educada, conciliadora, clara en sus objetivos, con tablas ante las cámaras y no exenta de carisma. Me vais a permitir que me moje, puntuándole con un notable alto. La actuación de todos los demás, incluido el nuevo lehendakari, encajaba perfectamente dentro del guion. Urkullu nos hizo un discurso razonablemente pragmático y conciliador. Quizá hubiera sonado un poco mejor si le hubiéramos visto más suelto y menos enfrascado en sus papeles. En fin, el tiempo nos dirá cómo va a ir transcurriendo el tránsito de las palabras a los hechos. De todos modos, anoté como dato positivo mi sensación de ver a los candidatos mirando más al futuro que al pasado. No está mal el vislumbrar un margen aceptable para el logro de consensos.

Lamentablemente no puedo decir lo mismo de los portavoces de la oposición. A ellos se les sigue viendo anclados en el pasado, sin capacidad para adaptarse a los nuevos tiempos. En este sentido, me sorprendió el aterrizaje de Joseba Egibar en Txiberta. ¿Más motivos de esperanza? El ambiente relajado en el hemiciclo en toda la sesión. Pronto veremos si la preocupación principal de todos y cada uno de los parlamentarios son los problemas de las personas. La aprobación de los presupuestos 2013 será la prueba del algodón y esperemos que no se haga esperar.

Mi felicitación al nuevo lehendakari. Zorionak. Dicho esto, me permito una observación final. Creo que el Pueblo Vasco, con todo lo plural y enemigo de frentismos que pueda ser, se sentiría defraudado si entre él y Laura no fueran capaces de sacar adelante la legislatura. Sería como tirar por la borda los 48 escaños soberanistas e independentistas que ha puesto en sus manos.