El diputado por el PP en Bruselas, Alejo Vidal-Quadras, en una conversación radiofónica, en referencia a la decisión del president de la Generalitat, Artur Mas, de convocar una consulta en Catalunya relativa a la opinión de la población de independizarse o no de España, manifestó que si a pesar de que es ilegal, persiste en convocarla con la oposición del Gobierno de España, exigiría el envío a esa comunidad autónoma de un general de Brigada. Se supone que con la tropa correspondiente y con la misión nada diplomática de ocuparla por la fuerza, tal como previene el artº 8 de la Constitución. "Las FF.AA? tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender las integridad territorial y el ordenamiento constitucional".
Si se produjera su intervención se ajustaría a la legalidad vigente. A esta declaración un grupo de parlamentarios europeos catalanes dirigieron una carta al presidente del Parlamento Europeo pidiéndole amparo ante las amenazas de Vidal-Quadras.
Las reacciones de la prensa española respecto del vodevil del fogoso militarista han sido tibias y se le ha dado tinte entre original y ocurrente y hasta simpático. No así a la expresada carta dirigida a Bruselas por los parlamentarios catalanes a los que se les condena, se ironiza su iniciativa y se les insulta gravemente ante la provocación del histrión nacionalista español. Porque es muy peligroso dar entrada a los militares con sus soluciones simples y de fuerza a la hora de resolver los complejos problemas que se plantean en las instituciones civiles. Recuérdese a la Junta Militar formada por Videla, Massera y Agosti en Argentina, a Pinochet en Chile, a la intervención de USA en Irak, Afganistán o a Franco durante cuarenta años de democracia orgánica en España.
Por si es oportuno el contraste, hay otras formas de solucionar los problemas de identidad de los pueblos: Escocia, negociando con Gran Bretaña, está mostrando que la inteligencia y los medios pacíficos logran lo que no las armas ni la violencia, tanto la institucional como la revolucionaria. Que Quebec es un referente que demuestra que negociar su futuro como nación con eficacia, honestidad y vigor, pero sin imposiciones de fuerza, está constituyendo una lección de civismo para otras naciones que se plantean su identidad como tales, sin la tutela de los poderes centrales.
Las intervenciones pretendidamente folclóricas como las de Vidal- Quadras jaleadas por la prensa estatal tienen segundas intenciones y si se apela a los términos en los que en la Constitución las FF.AA. garantizan la integridad nacional, el tema es preocupante. Por eso, conviene precisar al respecto: bromas, las justas.