¡Mil gracias de todo corazón! Aunque soy consciente de que encabezo este escrito con una frase que dista mucho de la originalidad, considero que en este mi primer cumpleaños, el agradecimiento tiene que primar por encima de todo.
Desde el momento en el que mi patología hepática comenzó a avanzar de manera irrefrenable, me puse en manos de los especialistas de Digestivo y personal de Trasplantes en el hospital de Cruces y no encuentro las palabras idóneas para agradecer lo mucho que Osakidetza y ese gran equipo del citado hospital han hecho por mí en todo este tiempo.
Tras una larga y complicada enfermedad, el 30 de octubre de 2011 recibía una esperanzadora llamada, notificándome que presumiblemente había llegado el día. Un órgano proveniente de la generosidad de una gran persona que abandonaba este mundo y su familia podía ser compatible con mi organismo...
De esta manera llegaba el fin de una larga etapa de dolor, miedo e incertidumbre, que viví rodeada en todo momento por un gran equipo, que me habló siempre con claridad, pero desde el amor y el calor humano.
Se necesitaron siete horas de intervención, en manos del brillante doctor Valdivieso, liderando un fantástico equipo médico y varios grupos de profesionales anestesistas, para asistir al nacimiento de una persona sana, que sumida en el más profundo agradecimiento, cumple en estas fechas su primer año de vida.
Gracias al doctor Valdivieso por poner a mi disposición sus mágicas manos, al doctor Fernández, a la doctora Suárez, a la doctora Gorostiza, a la doctora Elortegi, a la doctora Elías, a la doctora Jaka, al doctor Sáenz de la Cuesta, a Pilar y Patricia (coordinadoras de la Unidad de Trasplantes), a la enfermera Kamara, a mi querido Bañares, a la incansable perseverancia de mi hermano Jonan y al doctor Bustamante y al doctor Oraá por sus sobresalientes cuidados, que cargados de profesionalidad y humanidad, siguen manteniéndose en el tiempo.
No quisiera dejarme ningún nombre en el tintero, por lo que hago extensivo este agradecimiento a toda mi familia, en especial mi hija Naia, amigos y cada una de las personas y/o profesionales que han estado implicados en esta milagrosa vuelta a la vida que con ayuda de todos he experimentado...
Ante todo, mi primer cumpleaños está dedicado a ti y tu familia, alma inmensa, generosa y anónima, que donde quiera que estés, eres quien posee la mayor parte de responsabilidad en haberme devuelto la fuerza, la sonrisa y la alegría de vivir.