La marca España, por su falta de credibilidad, no es de fiar y perjudica a Euskadi. Y lo dijo Ortega y Gasset: El problema es España y la solución es Europa. Zapatero hablaba de que tenemos brotes verdes. Ahora hacen demagogia diciendo que todo va mal y todos los políticos son iguales. Si Esperanza Aguirre tenía doscientos asesores y Angela Merkel tiene cuarenta, y si España es un país de crecimiento del ladrillo y Euskadi un país de desarrollo técnico, si Madrid apuesta por Eurovegas y si aquí la solución a una situación grave de desempleo es la industria, la ingeniería o arte del ingenio y el conocimiento, tenemos que aprender de Alemania a reindustrializar y a crear filiales en el extranjero. Con nuestra tecnología actual podemos llegar a Marte, pero para terraformar Marte, lo mismo que para españolizar Euskadi, haría falta una tecnología distinta a la practicada sucesivamente por Madrid.
Así, una nueva estructura de constituyentes es la formada por la Cooperativa Mondragón, que comprende o engloba a más de ochenta y siete cooperativas, cooperativas de crédito, de consumo, desarrollo e innovación, etc., habiendo hecho máquinas y herramientas informatizadas, cocinas de inducción, cafeteras exprés, lavavajillas..., modificando y alterando unas figuras y bienes en otros distintos, transformando a unos trabajadores en copropietarios y dueños de la empresa. Ahora son más de 85.000 socios, mientras Mondragón solo tiene 24.000 habitantes.
No puede haber despidos, y si un sector va mal se le envía al trabajador a otra cooperativa, porque "todos compartimos lo que tenemos". Los 15.000 euros que ahora paga el nuevo socio los recupera con sus intereses al jubilarse. Para no perder este dinero de ingreso, el trabajador no se marchará, como lo hace un capitalista aunque la empresa vaya mal, porque "el futuro, el destino, está en nuestras manos, y hay que tomar al caballo por las riendas, al toro por los cuernos".
Banqueros franceses acaban de llegar a Mondragón a ver un modelo de desarrollo sostenible. El dinero, por ejemplo, los 1.500 millones de Caja Laboral, se reinvierte en activos seguros, no en hipotecas basura, porque "preferimos seguridad más que rentabilidad".
José Mª Arizmendiarreta, sacerdote y fundador, que llegó a Arrasate en 1941 con la idea de transformar la sociedad y de ofertar a otros en un medio hostil y capitalista nuestra forma de hacer, decía: "El signo de la vitalidad no es dudar, sino renacer y adaptarse a unas nuevas circunstancias". Hagamos algo distinto. En vez de quitar dinero a los ciudadanos para dar a especuladores y deudores, banqueros o gobiernos, demos incentivos, recursos y estímulos, no para gastar lo que me da la gana porque lo paga Alemania, sino para modernizar y reactivar las empresas, para hacerlas más rentables.