NO sé qué les pasa a los gobiernos del PSE en Gasteiz y de UPN en Iruñea que han cogido una extraña manía de esconder las cuentas públicas, de ser poco transparentes en una materia en la que, lo dice el primer mandamiento del buen gestor público, conviene ser muy claro. Más aún en tiempos de crisis porque la ciudadanía podría entender mejor algunas decisiones impopulares. Barcina y López están empeñados en tratarnos como si fuéramos menores de edad.

Artificio En Nafarroa, la deuda aumenta desde 2008 y no es verdad que "falten" 132 millones para cuadrar la caja. Nunca estuvieron. Lo que pasa es que, también con el visto bueno del socialista Roberto Jiménez, se ha venido falseando la realidad económica de los últimos ejercicios presupuestando gastos por encima de los ingresos.

Para cuando se han percatado de que la vaca no da más de sí y obtener crédito a un interés razonable se ha puesto imposible, era demasiado tarde. Y entonces entran las prisas y se trata de aparentar que hay dinero donde no lo hay. De repente, todo es caro (hasta los servicios sociales básicos) y como además se trata de seguir disimulando, UPN se saca de la manga otro artificio contable más para hacer como que paga la extra de Navidad a los empleados públicos al tiempo que se la sisa del año que viene. Ya digo, nos tratan como a niños.

Además, hay algo de absurdo en la política vasca a raíz de la crisis. Entrevisté a Roberto Jiménez esta semana y estaba muy enfadado porque, a su juicio, Barcina aplica los recortes que impone Rajoy. Pero el socialismo gobernante en la CAV no hace políticas muy distintas a las que ha venido desarrollando el Gobierno de Nafarroa. En algo se parecen como dos gotas de agua: han aumentado la deuda sin que sean capaces de explicar a la ciudadanía qué beneficios ha tenido ese permanente recurso al crédito. Un dato objetivo explica la primera parte de la ecuación: han caído los ingresos. Otro da cuenta de la mala gestión: al mismo tiempo aumentaban el gasto corriente y no reservaban dinero para inversiones extraordinarias destinadas a reactivar la economía.

Oscurantismo López dice que las cuentas de la Comunidad Autónoma Vasca nunca fueron tan transparentes, pero se niega a pasar a limpio los números antes de las elecciones. Y lo que le retrata es la excusa, que recuerda mucho a la del más vago de la clase: "¡qué más da una semana antes que una después!". Claro, cuando llegaba el examen, cero patatero.

La explicación oficial es tan tonta (la verdadera razón es menos inocente) que López y sus asesores han vuelto a mentir, una práctica bastante habitual desde aquella primera mentira electoral que le sentó en Ajuria Enea. Basta echar un vistazo al periódico del viernes para comprobar que no es verdad que el Consejo Vasco de Finanzas haya sufrido los retrasos a los que el indolente López hacía referencia. Ahí vienen los años, las fechas de las reuniones y las razones de los retrasos máximos de dos días. Vergonzoso que hasta en esto nos quiera dar gato por liebre.

Pero vayamos al grano. El retraso de la reunión que marca la ley no es la supuesta "tensión electoral", puesto que se trata en realidad de comparar lo presupuestado con lo ingresado y liquidar proporcionalmente (ya están marcados los porcentajes) entre las instituciones que conforman el Consejo Vasco de Finanzas. No, lo que sucede es que, como en el caso navarro, el Gobierno de López viene gastando más de lo que tiene y pasados los números a limpio, queda otra vez con las vergüenzas al aire. Para ser algo más precisos, alrededor de 600 millones de euros. Suma y sigue en el cañón.

Cada vez que Iñigo Urkullu menta las cuentas del Gobierno de López (es el único que lo hace porque PP y Bildu están entretenidos en otra historia), el Gobierno y el PSE (tanto monta, monta tanto) ponen el grito en el cielo. López confunde su Gobierno monocolor con la Euskadi plural y a quien osa pedirle que aclare las turbias cuentas le acusa nada menos que de "dañar la imagen del país". ¿Pero no era el PNV el que confundía Euskadi con un batzoki?