En la página 6 de DEIA con fecha 11 de agosto, en un gráfico firmado por F. Ibáñez de Elejalde, se incluye el dibujo de un hombre tocando el saxofón para ilustrar el concepto ruido, contaminación acústica.

Esta ilustración, en que se identifica el ruido y la contaminación acústica en Bilbao no con el tráfico y su estridencia, ni con taladradoras que nos perforan los oídos, sino con un humilde instrumento musical me parece no solo un error y un desacierto, sino una vergüenza.

Le cuento un hecho que quizás usted vea relacionado con este asunto. Este curso, un profesor del Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga de Bilbao fue padre y dejó sus clases para disfrutar de los preceptivos días correspondientes. Pero nadie le sustituyó "debido a los recortes" y sus alumnos se quedaron sin clases el resto del curso. Saber esto me indignó en su momento y me lamenté de la situación de la enseñanza musical y de las prioridades de sus responsables. Ahora, viendo la ilustración de DEIA -que imagino responde a cierta mentalidad e interpretación del mundo- casi me congratulo de las cosas que suceden. ¿Para qué se esfuerzan los estudiantes de saxofón tocando durante horas y practicando? ¿Para acabar haciendo ruido y contaminando acústicamente a la gente? Quizás lo mejor es que tampoco este curso tengan profesor, ¿no le parece?