El barco de la justicia de este país hace aguas por todos los lados. No castiga a culpables de delitos tan graves como apropiación de bienes públicos, ni les hacen devolver el dinero, ni buscan responsabilidades. ¿De qué sirve que me digan que en esos puestos se paga lo que se paga porque son de mucha responsabilidad si luego, cuando hay que poner el cargo encima de la mesa, aquí no dimite ni Dios (ni le dimiten)? En algunos casos, hasta les dan otro puesto con otro gran sueldo.

Casos como el de Iñigo Cabacas, Bankia, Gürtel y tantos otros, ponen en entredicho este sistema judicial. Primero se vanaglorian de que los poderes político y judicial son independientes y luego, día a día, se demuestra lo contrario. Tanto es así, que ya son varios los tirones de orejas que les han dado desde Estrasburgo (doctrina Parot, juicio a Otegi por injurias al rey...).

En teoría, nuestro sistema penitenciario está enfocado hacia la reinserción de presos, en contra de la pena de muerte y de la cadena perpetua. Nosotros no estamos de acuerdo con la pena de muerte porque si no seríamos como ellos y no habría nada que nos diferenciaría. De hecho, hay algunos casos como el de enfermedad terminal en los que al preso se le deja salir vigilado, para que pase sus últimos días con su familia. La Constitución también dice que los presos deben estar lo más cerca posible de sus casas, porque alejarle sería un castigo añadido al que le puso el juez y la familia del preso no tiene por qué pagar por el delito del sujeto y, es más, si queremos su reinserción, los que más y mejor pueden convencer a ese preso para que deje de delinquir es su familia. Bueno, pues esto, cuando pasa con un etarra, la vista se nubla y se pasan las leyes y la Constitución por el arco del triunfo. Confunden justicia con venganza. ¿Dónde está la humanidad de la que fardamos y la que nos diferencia de los malos?

Y sí, señoras y señores, sí pienso que ese etarra debe pagar; él y todos los que tengan que pagar; pagar lo estipulado por la ley; y si la ley está mal hecha es culpa de los que la han redactado. Tiempo han tenido para cambiarla. Busquen responsabilidades en los que la han hecho. No vale parchearla chapuceramente a su antojo para que no les echen los perros porque no les salen las cuentas, y mucho menos con fines electoralistas o para ayudar a sus colegas de partido.