HASTA 100.000 millones concede la Unió Europea al Estado Español. Todo un salvavidas. Se les podría llamar los millones de Rajoy-Baba, de esos que suenan a cuento oriental. Un notición que paradójicamente ha provocado más preocupación que alegría. Pese a todas las negativas del Gobierno, era algo que se veía venir, pero no como ha venido. Nos enteramos de repente, en un fin de semana cualquiera, en el transcurso de una rueda de prensa lamentable, con un jefe de Gobierno ausente, un ministro de Economía nervioso y desazonado y una colección de periodistas sorprendidos ante el mal rato que estaba pasando el señor De Guindos eludiendo una y otra vez las preguntas harto inocentes y lógicas de la Prensa. Un De Guindos obsesionado manifiestamente en proclamar de forma machacona, que los 100.000 millones no son un rescate -que rescate equivale a control y control a pérdida de soberanía-; sino una simple ayuda sin condiciones, que el Estado Español ha tenido a bien aceptar sin sufrir presiones, ejerciendo al contrario las suyas y como muestra de sus deseos de colaborar en la estabilidad de la zona Euro… Hay afirmaciones que sorprenden, que no se entienden ni a la primera ni a la segunda, y a la tercera suenan a aviso de navegantes. Dicho de otra forma, que si el Estado Español va a la quiebra, las consecuencias serían más que graves, gravísimas para el resto de Europa. Y para nosotros, claro.
De las condiciones de esa ayuda -plazos de devolución, cuantía de los intereses, tipo de los controles a los que se tendrá que someter los beneficiarios-, el Ministerio no sabía ni sabe nada… Y en cuanto a quién paga los intereses de esa operación, que pueden suponer 3.000 o 4...000 millones de euros, ¿no será el Estado? ¿No incrementan el déficit, obligando al Gobierno a más reformas en otros sectores? ¿No será el Estado el responsable en última instancia de que las condiciones de esa ayuda se cumplan? Pues sí y pues no y puede que no. Respuestas en forma de nebulosa, como si el Gobierno Español hubiera entregado un cheque en blanco a la Unión Europea.
La prensa alemana ha hablado del "kaput" del orgullo español. El comisario europeo el señor Almunia, ha sido el que ha tenido que recordar que el que pone el dinero pone las condiciones del rescate y fija las atribuciones que se exigirán para esa inevitable troika de vigilantes europeos que se incrustará en el sistema financiero español. Y es que de eso se trata, de salvar al sistema financiero español. A esos bancos y a esas cajas de las que ya no se fía ni el Banco de España... del que a su vez claramente desconfían tanto el Gobierno Español como el resto de Europa. Un inri para Rajoy, obligado a recurrir a auditores extranjeros para enterarse de una vez de cuál es la realidad de la situación bancaria española…
Se ha acusado al señor Rajoy de mentir una y otra vez. Quizás haya mentido simplemente porque le han mentido. Como el señor Zapatero… Ambos encadenados el uno al otro, condenados a vagar por las llamas de ese infierno de las finanzas que al Dante de le olvidó crear… El señor De Guindos dejó claro, eso sí, que España ni es Grecia ni se encuentra en la situación desesperada de Grecia… Un consuelo, si se quiere, aunque un triste consuelo. Que lo importante no consiste en que nuestra situación no tenga nada que ver con la de Grecia, sino en que se encuentre a años luz de la de Alemania. Rajoy, desde luego, no es Merkel. Nos conformaríamos con que fuera el Rajoy que nos prometía un plan de salvación mirífico cuando estaba en la oposición, ayudado por ese señor Montoro que pontificaba desde su escaño de diputado y tartamudea ahora desde su sillón ministerial.
En todo caso, el ministro-mártir de aquella rueda de prensa deplorable ha querido insistir en las condiciones favorables, aunque para él desconocidas, de esa ayuda-rescate o rescate-ayuda y en los beneficios que esa cascada de euros no dejara de aportar en forma de créditos a las familias y a las pequeñas y medianas empresas. Las de esa España profunda y cada vez más profunda, la de los que se están ahogando, la de las familias que no consiguen llegar al fin de mes, la de las empresas sin futuro que todavía se mantienen a flote. No mencionó los millones de parados ni la multitud de empresas en quiebra más o menos camuflada. Esos han dejado de formar parte de la España profunda. Son hoy los de la España subterránea. La de los enterrados vivos.
Resumiendo, una noticia importante y difícil de valorar porque se presenta envuelta en una humareda intoxicante. Una Bolsa que reacciona a la baja, una prima de riesgo que una vez más se dispara… Opacidad por un lado, desconfianza por el otro. Naturalmente, al Gobierno español no le faltan recursos para intentar evitar el desastre. El primero, arremeter contra las autonomías aprovechando el viaje para reducirlas a la nada.
Pero, en todo este caso, los vascos, que no recibimos transferencias, que transferimos recursos; nosotros, los de las tres provincias, como se decía otrora; no somos una autonomía sino la parte mas dinámica de la Nación Vasca, Euskal Herria, que se autogobierna no en base a concesiones de Madrid, sino amparada en nuestros derechos históricos, los de siempre, a los que no hemos renunciado jamás. Puede que el Gobierno español reconozca estas realidades y puede que no… Sea como fuere, todo esto huele a batalla a la vista y batalla daremos como siempre lo hemos hecho.
Nos encontramos, quieras que no, en la órbita de un Estado que es peligroso porque está desesperado. Es hora para el señor López de retirarse y de hacerlo con dignidad… Y para nosotros, los ciudadanos, de optar filas. Todos los que nacimos aquí, consolidando paso a paso la nueva Euskal Herria… Alguien dijo que cada hombre tiene su hora y que cada hora necesita de su hombre. Está claro que nosotros, los vascos, nos estamos acercando a una hora crítica que necesitará de un hombre fuera de lo vulgar. Un hombre sereno, que serenidad es lo que necesitamos… Un hombre capaz de ser a la vez el primero de los vascos y el primer servidor de los vascos. Un hombre fiel a su pueblo, leal con todos, que sepa negociar y que sepa decir basta. Capaz de soportar lo insoportable sin renunciar jamás a lo irrenunciable. Un candidato excepcional para unas circunstancias excepcionales. El PNV ha presentado la de Iñigo Urkullu, un hombre sereno y sólido, cuyo perfil es el que pide a gritos el País. El de alguien capaz de llegar a los corazones y de inspirar confianza a los intereses del pueblo vasco. Que una vez más, mira a Madrid de frente, aclamando aquel "Noli me tangere"… ¡No te atrevas a tocarme!