El largo y cálido verano
Que nadie se equivoque con el título y piense que esto va de cine. Tampoco voy a aprovechar para establecer algún tipo de paralelismo entre nuestra actualidad política y el clásico cinematográfico basado en los relatos de William Faulkner sobre los veranos sureños, donde el inolvidable Paul Newman demostraba que uno puede ser elegante con la camiseta abanderado de tirantes de toda la vida. No sabría darle una lectura política a la película más allá de dar un salto de tres décadas para ver cómo la Guardia Civil detenía en la genial Amanece que no es poco a uno de los habitantes del pueblo por plagiar a Faulkner, de quien el comandante del puesto era devoto.
Pero dejemos a un lado el cine. Tan solo pretendía avisar, usando el título de la película, de lo que se nos viene encima. Y tampoco es el verano precisamente, sino una larga, muy larga, campaña electoral. Lo de cálida se da por supuesto, porque campañas electorales relajadas solo las hemos vivido en alguna de las elecciones europeas, inexplicablemente, por cierto, por la trascendencia que para nosotros tienen.
Desde el Gobierno vasco ya han dado el pistoletazo de salida a la campaña electoral. Tanto las campañas electorales como el verano tienen establecido un día oficial de comienzo, lo que no quita para que desde bastante antes de ese día, los termómetros alcancen tanto en una como en el otro, altas temperaturas. Por eso preferimos guiarnos por otros signos. Por lo que respecta al verano, para los estudiantes, comienza cuando termina el último examen. Para los que vivimos en pueblos arrantzales el verano comienza cuando vemos las cañas para el bonito en los barcos. Con las campañas pasa lo mismo y los signos se hacen evidentes, incluso mucho antes de que se hagan públicas las fechas que los partidos han reservado las vallas publicitarias. Si se cumple el objetivo principal del actual Gobierno vasco, que es el de luchar con uñas y dientes para cobrar la nómina de febrero, a pesar de que el Parlamento empieza a devolver las leyes a un gobierno incapaz de recabar apoyos para aprobarlas, nos esperan unos meses agotadores en los que ni siquiera las vacaciones estivales van a atenuar los ecos electorales, porque seguramente el Gobierno López ya tiene establecido el calendario de los consejeros de guardia para que no falten ocurrencias durante estos meses de bajo perfil. Seguramente hasta tengan reservado para estos meses festivos un papel de protagonista para Rodolfo Ares, cuyo cobarde silencio dura ya dos meses.
Si habitualmente los signos de que la campaña ha comenzado son fáciles de detectar, en esta ocasión, las ocurrencias propagandísticas de los socialistas en forma de congresos, fiestas de la rosa o irekias lo hacen evidente. En otro contexto diferente al actual, sería preocupante que el consejero Iñaki Arriola desmienta en este periódico que sus propuestas tengan que ver con la campaña y que llevan tres años acelerando. Si realmente esto fuera cierto, Arriola viene a demostrar que los socialistas vascos no tienen ni de lejos el motor suficiente ni siquiera para poner en marcha a nuestro País por las mañanas. Pero, como digo, eso ya no es importante a estas alturas. Lo importante es que vuelvan cuanto antes a la oposición, que es el papel que les reservó la sociedad vasca en marzo de 2009 y la realidad con la que se van a encontrar próximamente.
Pero a quienes no envidio el papelón que se les viene encima es a los populares. Llevan seis meses gestionando el tránsito de un país en ruina hacia la intervención y el rescate europeos, algo que sus dirigentes empiezan a reconocer en público y se les va a acabar la tinta de calamar para tratar de desviar la atención. De hecho ya llevan un mes quemando cartuchos hablando de himnos, exiliados, fútbol, Gibraltar y toros.