Se dan mucho en la clase política, que entran en la pedantería, por engreídos, pretenciosos y presumidos, que en muchos casos dejan al lector en blanco al no disponer este de un buen diccionario. Por ejemplo: Hace unos días leíamos en titulares que un representante de un partido político acusaba a otro partido de fagocitar a sus socios y cuestionar su soberanismo, añadiendo que ese partido es como una mantis religiosa que se come a su entorno y, claro, uno lee esto y no puede por menos que ir a un diccionario, para sabe qué nos dice.

Fagocitar es atraer una célula de partículas para destruirlas o digerirlas. Añade que los leucocitos fagocitan las bacterias. En consecuencia, la acusación al otro partido político no puede ser más grave, confiando que el acusado no haya entendido lo que les han dicho, que será lo más probable.

En el arte también se dan titulares pedantes, pues no hace mucho, haciendo alusión al arte contemporáneo, nos decían que el realismo antropocéntrico que se desarrolló en Europa desde el renacimiento, y que llegó agotado al siglo XX, y algunos valientes lo sacaron de la vía muerta en que se encontraba. Posiblemente se estaban refiriendo al arte fruto de los sin talento, vendido por los sin escrúpulos, a los que no tienen las ideas claras.

Uno de los más grandes científicos que ha disfrutado la humanidad recomendaba que si la intención del escritor era escribir la verdad, que lo hiciera con sencillez, y que la elegancia la dejara para el sastre, y recomendaba que se debe hacer todo tan sencillo como sea posible, pero no más sencillo.