Cuando los humildes se rebelan
La iniciativa de dos chavales israelíes, declarando en internet su nulo deseo de guerra con Irán, la respuesta de miles de iraníes renegando del conflicto bélico con Israel, se sitúan frente al intento de sus respectivos gobiernos por hacer que la guerra parezca inevitable
HACE tiempo que se oyen tambores de guerra en Oriente Medio. A los ecos de la guerra de Irak les han sucedido los constantes rumores y declaraciones sobre Irán. Los discursos más duros y belicistas provienen de Israel. Este Estado ha amenazado varias veces con atacar a Irán y la diplomacia norteamericana a duras penas ha logrado ganar algo de tiempo hasta el verano, dando una oportunidad a la negociación. Es cierto que el programa nuclear iraní no es tranquilizador, pero el discurso de Netanyahu no es menos agresivo. Cada vez más analistas y políticos comienzan a hablar de un conflicto "inevitable". Y los medios de comunicación hacen el juego a estos intereses asumiendo que el conflicto es sólo cuestión de tiempo y van preparando a la opinión pública.
Es falso. Mentira. Podemos repetir la mentira mil veces y seguirá siéndolo, excepto si nos la creemos. Si la asumimos como verdadera, sólo entonces, comenzará a convertirse en una realidad, porque cuando los gobiernos interesados consideren que la opinión pública ya está preparada, no antes, lanzarán el ataque.
En realidad, siempre ha sido así, sobre todo desde la aparición de los medios de comunicación de masas: periódicos, cine, televisión. Un ejemplo de esto sucedió en la guerra de Cuba. La élite económica y política de EE.UU. tenía intereses en la isla y, como España no aceptaba sus ofertas para comprar la isla, ayudaba a los grupos que se rebelaban contra el imperio español. Uno de los más interesados en iniciar una guerra en Cuba era el magnate William R. Hearst, el propietario de un imperio mediático inmortalizado por Orson Wells en Ciudadano Kane.
Aún no había comenzado la guerra, pero Hearst ya había enviado a un famoso fotógrafo para captar la historia en exclusiva. Frederic Remington llevaba ya un tiempo en la isla y, como no pasaba nada reseñable, envió un mensaje a Nueva York diciendo que aquello estaba muy tranquilo y que quería volver a casa. La respuesta, el 25 de enero de 1898, dejó helado a Remington y ha pasado a la historia: "Usted proporcione fotos, yo pondré la guerra". Sólo unas semanas más tarde, el 15 de febrero, el buque de guerra USS Maine explotaba en oscuras circunstancias y proporcionó la excusa al gobierno norteamericano para iniciar la guerra el 21 de abril. Después de varios años de propaganda sobre la guerra en Cuba, la opinión pública norteamericana la asumió como algo inevitable.
Algo parecido está sucediendo con el "ataque preventivo" a Irán. La opinión pública israelí lleva ya muchos meses escuchando que va a haber una guerra y está casi preparada. El mismo mensaje va calando también en la opinión pública internacional. Por eso, el ataque está más cercano que nunca. Y por eso hay quienes se rebelan. Hace unos días, un par de chicos israelíes escribieron unas simples palabras en internet: "Iraníes: Nosotros nunca os bombardearemos. Os queremos". Mucha gente entró en la página a leer el extraño mensaje. El diagnóstico no puede ser más certero: "Para que haya una guerra entre nosotros, primero tenemos que tenernos miedo el uno al otro. Tenemos que odiarnos". Sin embargo, seguían, "yo no tengo miedo de ti. No te odio. Ni siquiera te conozco. Ningún iraní me ha hecho daño nunca".
Si esto es sorprendente, más aún lo ha sido la respuesta entusiasta de decenas de mensajes iraníes diciendo que sienten lo mismo, que no entienden nada y que quieren acabar con esta escalada que sólo conducirá a ambos países al desastre. Miles de personas han entrado en esta página web y han mostrado su apoyo a la idea de los autores.
Esta historia ofrece varios datos interesantes. Por una parte, parece que no todos los israelíes son unos imperialistas y fanáticos judíos. De hecho, varias encuestas muestran que la mayoría de israelíes se oponen a la guerra contra Irán. Por otra parte, resulta que no todos los iraníes son peligrosos extremistas musulmanes. Es imposible creer que todos los iraníes desean atacar a Israel. Sin embargo, los medios de comunicación sólo nos transmiten estas imágenes distorsionadas de estos pueblos, ambos civilizaciones milenarias.
Este caso nos lleva a recordar otro, aún más extraordinario si cabe, que sucedió durante la Primera Guerra Mundial. También la Gran Guerra, que causó millones de muertos y heridos, se desencadenó primero en las opiniones públicas. Cuando estas estuvieron preparadas en los principales contendientes, sólo entonces, comenzó la guerra. Los gobiernos vendieron la idea de que se trataría de una guerra corta, de pocos meses. Los soldados se alistaron en masa en Alemania, Reino Unido, Francia? Quienes se alistaban se convertían en héroes locales y las chicas les regalaban besos mientras marchaban en columnas al frente, cantando. Quienes no se alistaban eran tachados de cobardes y traidores.
Al llegar al campo de batalla, la imagen idílica y caballerosa de la guerra se derrumbaba en pocos días. Las horribles condiciones higiénicas y de salubridad minaban la moral. Y la llegada del frío invernal convirtió la vida de las trincheras en una experiencia terrible. Además, durante varios meses ambos bandos no cesaban de matarse sin avanzar ni retroceder un metro. Aquellos desgraciados pronto descubrieron el absurdo de la guerra. Lo que propagaban los medios de comunicación no tenía nada que ver con lo que estaban viviendo en la guerra de verdad.
De pronto, la semana anterior a la navidad de 1914 los disparos fueron reduciéndose. Los soldados de ambos bandos estaban hartos de matarse entre sí sin ningún propósito. Por las noches se escuchaban villancicos. Finalmente, el 25 de diciembre de 1914, soldados alemanes y británicos comenzaron a cantar juntos un conocido villancico. Al de unas horas los alemanes gritaron que ellos no dispararían. Los británicos respondieron que ellos tampoco. Lentamente, algunos soldados salieron de sus trincheras y se acercaron a la tierra de nadie, en medio de las alambradas y de cadáveres aún sin recoger. Finalmente, todos salieron. Intercambiaron regalos, se mostraron las fotos de sus novias, charlaron distendidamente y cantaron juntos distintas canciones. Fue algo espontáneo, en contra de las órdenes directas de sus superiores.
Cuando los generales se enteraron buscaron a los culpables y les castigaron. A algunos les deportaron e incluso el ejército francés fusiló a algunos cabecillas. La tregua de los soldados, conocida como la Tregua de Navidad, se extendió por gran parte del frente y se calcula que participaron unos cien mil soldados de varias nacionalidades: alemanes, británicos, franceses, belgas, rusos... A pesar de que la historia oficial silenció este hecho, hay cientos de cartas de soldados que cuentan con detalle lo que sucedió. Es curioso que todos los gobiernos se pusieran de acuerdo en ocultar esta tregua. En diciembre de 1915, todos los gobiernos ordenaron bombardeos en la semana de navidad para evitar que los soldados "confraternizasen con el enemigo". Se les amenazó con castigos terribles e incluso con fusilamientos. A pesar de todo, hubo otra tregua de los soldados. Incluso se jugó un partido de fútbol con una pelota improvisada, que ganaron los alemanes 3-2.
En 2005, murió el último superviviente conocido de aquella extraordinaria experiencia, pasados los cien años. Pero lo que hicieron aquellos hombres normales, personas de la calle como todos nosotros, debe ser recordado. Muestra que, cuando la gente se une, puede incluso parar la guerra más sangrienta. Rony Edry y Michal Tamir, los dos chicos israelíes que han lanzado el manifiesto de amor a Irán tratan de hacer algo aún más audaz. Aspiran a evitar que la guerra comience. Es sorprendente ver que los ciudadanos de la calle a menudo demuestran más sentido común y humanidad que los líderes que dicen representarnos.
Nadie sabe si finalmente lo conseguirán o no, pero, al menos, lo están intentando. Y miles de personas han leído su mensaje y lo están apoyando. De momento, el presidente Obama ha rebajado el tono agresivo y se ha mostrado más conciliador con Irán.