Europa solo gana tiempo
Los acuerdos de la cumbre de Bruselas parecen construir un sólido muro de contención de la crisis financiera europea, pero un análisis sosegado cuestiona la consistencia del mismo y sitúa el problema a medio plazo de nuevo en el punto de partida
LOS acuerdos de la cumbre de Bruselas dibujan un aparentemente sólido muro de contención a los efectos de la crisis financiera europea. Construido con la quita del 50% de la deuda griega, una nueva ronda de recapitalización bancaria y el aumento del fondo de estabilidad hasta el billón de euros, podría considerarse que dicho muro sirve para contener el problema que se cernía sobre el euro. Sin embargo, un análisis más sosegado que el que llevó ayer a las Bolsas a dispararse -es posible que simplemente lo necesitaran- cuestiona su consistencia a medio plazo. En primer lugar, la imposición a la banca europea para que asuma el 50% de las pérdidas sobre los bonos griegos, cien mil millones, no asegura que Grecia sea capaz de remontar y al tiempo evita certificar que la recapitalización -108.000 millones, de los que 26.161 corresponden a la banca estatal- sea suficiente. Por un lado, porque ni siquiera es cierto que el problema de la banca esté en los bonos públicos cuando en realidad se halla aún en sus activos tóxicos (en el Estado, los excesos de la burbuja inmobiliaria). Por otro, porque la recapitalización, aunque en el caso estatal se anuncie como ajena a la aportación pública, lo que en realidad está por ver; en la mayoría de los casos debilitará de nuevo las deudas de los estados miembros, lo que supone un regreso al punto de partida sin solucionar el verdadero origen del problema: cómo han llegado algunos bancos a que se considere inviable su quiebra sin que lleve a la quiebra del sistema, cómo es posible que no se haya controlado su actividad y que aún hoy ese control sea escaso o cómo es posible que, en plena crisis financiera con la consiguiente intervención pública, las entidades sigan multiplicando beneficios y sus directivos los salarios. Cómo es posible, por poner un ejemplo, que el banco franco-belga Dexia deba ser nacionalizado con una aportación pública de 54.000 millones semanas después de que superara, teóricamente sin problemas, los tests a que obligó la propia UE. Pero, además y más allá del limbo financiero, la recapitalización bancaria y el previsible debilitamiento de la deuda pública se trasladaría de manera directa a una mayor dificultad para iniciar la recuperación de la crisis real. En las economías periféricas y en las tractoras, caso de la alemana, más forzada por su implicación griega. Las necesidades de la banca para aumentar un 2% su capital, complican aún más la concesión a empresas e instituciones de los créditos necesarios para fomentar la inversión pública y el empleo, lo que mantiene el consumo en índices muy limitados e impide el crecimiento que llevaría a reducir la deuda, con lo que de nuevo se vuelve al punto de partida e incluso, con el riesgo de contagio de Italia y España, contradice que la ampliación del fondo de rescate sea ya suficiente. Europa no ha levantado un muro frente la crisis. Solo ha ganado tiempo para levantarlo... si finalmente decide hacerlo.