EL anuncio hecho público ayer por diversas entidades de reconocido prestigio mundial de convocar una conferencia internacional para promover la resolución del conflicto en el País Vasco alimenta las crecientes expectativas generadas en Euskadi en relación a un desenlace cercano y definitivo del ciclo de violencia desarrollado por ETA en los últimos cincuenta años de la historia de este país. Esta interesante iniciativa, que será presentada hoy en rueda de prensa, cuenta con el aval de importantes personalidades de la diplomacia, la política y la intermediación de conflictos, y pretende consolidar y hacer irreversible un camino a la paz cuyo final se atisba más inmediato que lejano en el tiempo. La relevancia de esta conferencia, respaldada por mandatarios de indubitada solvencia y prestigio, colocaría a la organización terrorista ante la inaplazable decisión de hacer pública su voluntad inequívoca de abandono definitivo y sin contrapartidas políticas de su lucha armada y, ante tal hecho, blindaría internacionalmente la oportunidad de paz generada frente a tentaciones ulteriores de desandar el camino avanzado. El reciente protagonismo cobrado por la Comisión Internacional de Verificación y el espaldarazo pretendido por los nuevos facilitadores con esta Conferencia Internacional a desarrollar en Donostia la próxima semana garantizarían igualmente al Gobierno español -tanto al actual que preside Rodríguez Zapatero como al futuro que emane de las urnas el próximo 20 de noviembre- el amparo diplomático necesario para que pudiera vencerse al vértigo que una situación tan delicada genera, abordándose con eficacia y con un acompañamiento leal y vigoroso el final de ETA y de su violencia, que, no lo olvidemos, es la última expresión terrorista de connotaciones políticas en la Europa occidental. Nos encontramos, por lo tanto, ante un acontecimiento de enorme trascendencia para el futuro de Euskadi. Si siempre cabe exigir responsabilidad y altura de miras, mucho más en momentos así. Según había adelantado este periódico días atrás, en las últimas semanas se había podido observar en nuestro país una incesante actividad de consulados y embajadas al albur de un próximo desenlace del ciclo de violencia armada de ETA. De igual manera, y con carácter reservado, dirigentes políticos y sociales vascos habían incrementado su nivel de interlocución con el fin de hacer madurar una vía hacia la paz que, esta vez sí, ofrecía opciones reales de prosperar. El encuentro internacional anunciado hoy, que se llevará a cabo el próximo lunes 17 con actores y protagonistas de primer nivel, debe servir para que esa paz que todos dicen acariciar con las yemas de los dedos no escape de nuestras manos. Esa es la esperanza de todo un pueblo. Que nadie la frustre.
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