A la semana del parón llegamos con una combinación de euforia y alivio, un par de sensaciones tan satisfactorias como imprescindibles. El clímax nos lo sirvió el triunfo en Anoeta. Allí esperaban rematar a un león herido, pero la ley de la selva dicta que las fieras en situaciones extremas terminan dando zarpazos. La esperada aparición de Llorente alivió su sequía pariendo un triunfo que también llevó la calma a un equipo que por fin baila el tango de Bielsa, ¡carajo!, ¡lo que os ha costado ganar! El estreno liguero de El Loco ha cruzado el Atlántico. Hasta Claudio Borghi, actual seleccionador de Chile, está cansado del fantasma que le persigue: "Aquí se comentó más el triunfo del Bilbao dirigido por Bielsa sobre la Real que la inesperada derrota por 4-0 de Colo Colo ante el modesto La Serena". Fútbol sin fronteras.

Tiene razones el de Rosario para estar tranquilo. Se sacude a golpe de fútbol las dudas generadas por la falta de resultados. Como siempre que llega un preparador nuevo, unos encuentran la oportunidad que a otros se les niega. Al final, siempre juegan los mejores. Entre estos, la revelación se apellida De Marcos. Un futbolista que comenzó siendo un parche y que ha terminado destapándose como una baza prioritaria. Es cumplidor y se entrega al máximo. A su llegada a Bilbao pidió nada menos que el 10 de Yeste. Hoy luce su dorsal y está a la altura. La polivalencia siempre le garantizará un hueco. Gurpegi o Javi Martínez saben mucho de eso.

Hay quien no parece entender de fútbol: los programadores de los partidos. Todos los que consideran que se están cebando con el Athletic lo seguirán creyendo hasta que sean el Barça o el Madrid los que jueguen en horario de Campari con aceitunas. No creo en manos negras, pero aun entendiendo que ahora manda la televisión, algo se está haciendo mal con este desconcierto de horarios más propios del ciclocross o del after hour de una discoteca. A los futbolistas les está costando comer a las 9 de la mañana un plato de arroz y 3 horas después echar a correr sobre el verde.

Las exigencias televisivas y la sumisión de los clubes al dinero de los operadores terminarán cambiando los hábitos del espectador local y condicionando el espectáculo. Los únicos que aplauden son los de la peña "Sweet home Athletic" que acaban de fundar unos entusiastas rojiblancos en Alabama. Se felicitan, aunque tendrán que ver algunos partidos de soccer con los krispies.

El llamativo desajuste entre el horario tradicional y el que se impone por el reloj asiático está cambiando el biorritmo de futbolistas y aficionados. Con este vaivén de horarios, unos y otros estamos desorientados. Cuando nos colgamos la bufanda ya no sabemos qué llevar de atrezzo. Depende si el partido se programa a la hora de la porra con chocolate, la del café de sobremesa o la del gin-tonic on the rocks. ¿Qué va a ser del clásico bocata de lomo con pimientos? Y lo que es peor: ¿Qué vamos a hacer con la bota de vino? No me veo echando un trago del pellejo a las 12 del mediodía salvo que lleve a mi lado una tableta de Almax.

Tocará jugar de nuevo a la hora del Ángelus el 30 de octubre en El Molinón. Urrutia ya ha mostrado públicamente su queja, aunque con nulos resultados. "Anda, guaje, qué faltosos los de la Liga" repiten los integrantes de La mareona, como popularmente se conoce a la hinchada del Sporting. Entiendo que la LFP, inmersa como está en un preocupante jardín financiero, intente vender a cualquier precio la Liga BBVA al gigante asiático para que cambie la prestigiosa Premier, su principal cliente, por el fútbol ibérico.

Ingleses y españoles en esto tampoco tienen nada que ver. Los aficionados de las islas, por su manera de entender el fútbol y el ocio, están más acostumbrados a verlo a deshoras y en fechas tradicionalmente vacacionales para la Liga de las Estrellas. La Premier no descansa nunca y hace tiempo que sus partidos se juegan en horarios de quita y pon.

Como aquí se importan con cierto jet lag las costumbres europeas, ahora llega a la península este modo de programar el fútbol. Desde luego, no va a resultar sencillo acostumbrarse. Los ingleses no dan tanta importancia a ceremonias tan sagradas como el poteo pre y post partido. Nos guste más o menos, el consumo de fútbol en la Liga se tendrá que empezar a mover por otros parámetros. No me extraña que muchos se estén pensando cambiar la peregrinación a los estadios por el visionado gratuito de los partidos por internet. Estará alejado de las multitudes y quizá sea menos emocionante, pero desde luego es mucho más confortable que verlo sin apenas sitio y sentado en el plástico duro de las gradas.