LOS resultados del Euskobarómetro de mayo, el cuarto que se realiza desde la llegada de Patxi López a Ajuria Enea gracias al acuerdo entre los socialistas y el PP, no sólo ratifica de nuevo la absoluta discrepancia de la sociedad con las bases sobre las que se erigió y asienta el Gobierno socialista, ya suficientemente explícitas en anteriores estudios, sino que además constata que ese desacuerdo se incrementa de manera proporcional a la disconformidad con la gestión y administración de los recursos e intereses de la ciudadanía vasca y en virtud también de que la mayoría de los vascos percibe en el Gabinete López y sus políticas una actitud agresiva hacia el sentimiento de pertenencia o la afinidad identitaria. Ni siquiera una traducción literaria tan estudiada como artificiosa de los datos obtenidos en las respuestas de los ciudadanos consigue ocultar la realidad que se confirma encuesta tras encuesta. Patxi López y los dirigentes socialistas, los cargos del Gobierno, pueden pretender obviarlo con interpretaciones ciertamente sesgadas que les sitúan en una especie de limbo social y político respecto de la opinión expresada por la ciudadanía, pero la reiteración y la rotundidad con que se manifiesta la sociedad convierte en inútiles todos sus esfuerzos por ignorar lo que los vascos dicen.

Por un lado y respecto a lo que se puede entender como análisis de la gestión del Gobierno López, la desconfianza de la ciudadanía sigue en aumento (ocho de cada diez, uno más que hace medio año), y al menos uno de cada dos ciudadanos consideran que se debía dar por terminada la legislatura, con el agravante de que más de la mitad de quienes optarían por no adelantar las elecciones fueron abstencionistas hace dos años. Que dos tercios de la ciudadanía (67%) siga afirmando su disconformidad con el pacto entre socialistas y populares, un 60% se declare parcial o totalmente insatisfecho con el nivel de autogobierno -nivel que el Gobierno López no ha contribuido a alcanzar, mucho menos a incrementar- y el 63% presente deseos, mayores o menores, de independencia para Euskadi, frente al 28% que no siente ninguna inquietud en ese sentido; son porcentajes que dibujan un gráfico general en el que aproximadamente dos tercios de los vascos responden a una adscripción política coincidente, cercana o afín a un sentimiento nacionalista (o a la gestión realizada desde ese sector político) frente a la concepción constitucionalista del Estado, de la inclusión de Euskadi en él y, por tanto, del único principio que movió a dos partidos en el resto discrepantes a un pacto contrario a los deseos de la mayoría para formar un gobierno abocado a la desafección, incrementada (en diez puntos) por una gestión tan errónea como su génesis.