Indefinición de las cajas
Se sabe qué es lo que va pasar con aquellas entidades de ahorros que no superen la prueba de solvencia del mes deseptiembre, pero el Gobierno de Zapatero no ha explicado aún qué es lo que va a ocurrir con las que están saneadas
CASI una semana después del anunciode la vicepresidenta del Gobiernoespañol Elena Salgado sobre las medidaspara sanear el sector de las cajas,aún se mantiene la incertidumbre ante laausencia de concreción de una iniciativa queparece tener más que ver con las disputasinternas del Ejecutivo o de Zapatero con elBanco de España y la Confederación de CajasEspañola de Cajas de Ahorro (CECA), que conun plan elaborado desde la seriedad y la sensatez.
El hecho de que Zapatero y el otro vicepresidenteAlfredo Pérez Rubalcaba apoyaranla vieja obsesión del gobernador del Banco deEspaña, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, debancarizar las cajas sin contar con la opiniónde la CECA revela hasta qué punto el Gobiernoactúa, una vez más, desde la improvisaciónen un asunto tan delicado como la reordenacióndel sistema financiero del Estado españoly, en particular, el de las cajas de ahorros. Pareceque el presidente de la CECA y de La Caixa-que ha sido la primera caja en realizar la disgregaciónde parte de su negocio-, Isidro Fainé,con su amenaza de dimitir de la entidad,ha ganado una batalla pero no se sabe si saldrávictorioso de esta guerra, ya que la indefinicióngeneral sobre lo anunciado hace quelas incógnitas pesen más que las certezas. Sien los mercados exteriores, habituados a losesquemas tradicionales de la banca, no entiendenla filosofía de las cajas, mucho menos lovan a hacer ahora con ese galimatías. Se sabequé es lo que va a pasar con aquellas entidadesque no superen el 8% de capital básicosobre los activos ponderados por riesgo -listónque podría alzarse hasta el 10%-, pero sedesconoce qué es lo que va a ocurrir con lascajas, que -como el caso de las vascas- estánsaneadas, superan el ratio de prueba y quierenseguir manteniendo su naturaleza jurídica.
Si para las primeras la salida que les esperaes convertirse en bancos y ser intervenidaspor el Estado, para las segundas existe unatotal imprecisión sobre su futuro. La duda dela bancarización de todas las cajas de ahorrospesa sobremanera, pero es una evidencia quelos inversores no van a entrar en aquéllas queen septiembre no estén saneadas, sino queoptarán por aquéllas con mejores activos. Espor ello exigible que el Gobierno español ofrezcamás información para que la incertidumbrey la alarma no afecten al futuro de entidadesde demostrada solvencia. Sobre todoporque parece claro que el proceso que impulsael Ejecutivo de Zapatero pretende ser irreversibley las cajas necesitan tener el horizontelo más despejado posible para optar por la soluciónidónea a sus intereses. En ese sentido,cobra de nuevo especial relevancia la posiblefusión de las cajas vascas -sea fría o total, ados o a tres- en tan embarullado, impredecibley cruento futuro.