lOS firmantes de la Declaración de Gernika, pero fundamentalmente la izquierda abertzale, reunieron ayer a decenas de miles de personas en las calles de Bilbao en una multitudinaria manifestación en la que, en principio, se reivindicaban los derechos de los presos y que en realidad fue un claro llamamiento a terminar con la política de dispersión en favor del "proceso". En su alocución final, los convocantes dejaron claro que su mensaje estaba dirigido a los gobiernos español y francés para que la política penitenciaria se "posicione" en parámetros que posibiliten y den impulso a lo que la izquierda aber-tzale tradicional denomina la "resolución del conflicto". Se trata, en efecto, de una reivindicación histórica que ha sido durante décadas banderín de enganche de la izquierda abertzale. De hecho, todo lo que ha rodeado a la manifestación de ayer coincide plenamente con los postulados, con el fondo y con la forma, con el recorrido, con la parafernalia y con los mensajes de la izquierda radical histórica. Nadie duda de que la política de dispersión es un elemento de sufrimiento añadido para los presos y para sus familiares y que supone un rebosamiento injustificado -pese a los argumentos exhibidos- por parte de un Estado de derecho en la conculcación de los derechos humanos, en este caso de las personas privadas de libertad. Han sido históricas las movilizaciones para exigir el fin de la dispersión y la humanización de la política carcelaria. Y la de ayer es una muestra más, que no será ni la única ni seguramente la última. El Gobierno de Zapatero y Rubalcaba debe entender que no puede jugar con los derechos de los presos y que una flexibilización en este terreno sería un elemento de distensión muy a tener en cuenta. Con todo, las enormes expectativas abiertas desde hace semanas en torno a un posible comunicado de ETA habían dotado a la manifestación de ayer de un plus añadido, a la espera de que los convocantes, ante el silencio de la organización armada, pudieran lanzar un mensaje para que haga público el fin definitivo de la violencia. Nada de eso ocurrió. No hubo ni una sola mención a ETA, nada se le exigió, nada se le demandó. El lema de la manifestación era Egin dezagun urratsa (Demos un paso adelante). Es precisamente lo que se echó en falta ayer en las calles de Bilbao. No hubo el paso adelante que la sociedad vasca está demandando y esperando por parte de la izquierda abertzale. Nuevamente, ese mundo ha perdido una gran oportunidad para reivindicar, con toda la legitimidad avalada incluso por la Audiencia Nacional, los derechos de los presos y su acercamiento a Euskadi pero al mismo tiempo exigir a ETA que atienda su demanda y la de la ciudadanía vasca y cese de una vez y para siempre la violencia. La manifestación fue una muestra de fortaleza por el probado poder de convocatoria pero también de debilidad ante ETA. Mal augurio.