LA evolución humana no ha tenido una continuidad constante a lo largo de la historia. Momentos de un gran desarrollo se han sucedido con otros de parón y estancamiento. Pero aun así, hay algo que siempre se ha mantenido inalterable, la utilidad del arte. Desconozco el verdadero motivo por el que ha funcionado siempre encasillado en el divertimento, el disfrute y hasta diría que como pasatiempo, cuando en realidad es una de las piezas fundamentales sobre las que cimentar el correcto desarrollo de toda sociedad. Ya conocemos la polémica en torno al posible cierre del museo Chillida-Leku de Hernani. Eduardo Chillida es un artista cuya obra me fascina. He visitado varias veces el museo, incluso en alguna ocasión he interpretado mi música en su interior. Desde luego, es un autentico deleite pasear por sus jardines admirando sus obras. Las formas, la fuerza, su energía, lo que transmite, todo ello forma una obra de arte en si misma. Ese es uno de los distintivos de Chillida-Leku. Pero es que este museo, no solo es un espacio donde mostrar el talento del artista donostiarra, sino también el encargado de proteger todo ese patrimonio y gestionarlo a la manera que su creador quiso. Al final, como siempre, todo es una cuestión económica: La crisis financiera, problemas de gestión, etc.
Se ha dicho de todo, pero también debemos entonar un mea culpa por nuestra parte, los ciudadanos de a pie, por el poco interés que despierta casi todo lo artístico en nosotros. El arte en cualquiera de sus disciplinas nos hace mejores, desarrolla tanto nuestro sistema neuronal como la capacidad de transmitir sentimientos. Y no sé si somos conscientes de ello. Somos una especie que evoluciona a base de necesidades, antes las más acuciantes eran materiales, ahora, las mismas, son de índole muy diferente, más personales. Pero parece que seguimos sin darnos cuenta. Fomentemos el gusto y la necesidad por el arte y nuestra sociedad evolucionará firme aún con resultados a largo plazo, pero eso sí, para siempre.