Síguenos en redes sociales:

Es cosa de hombres

Profundizar en los aún insuficientes avances frente a la violencia contra la mujer es tarea de todos, pero ahora más que nunca compete a quienes han generado y promovido durante siglos la desigualdad de la que dicha lacra surge

EL descenso del 15% en los casos de violencia de género en Euskadi respecto al pasado año no puede hacer caer en el error de la más mínima complacencia: 1.763 mujeres han sufrido 2.029 episodios de violencia durante el primer trimestre del año, 2.029 episodios que nunca debieron producirse, 1.763 víctimas que nunca debieron serlo. El aumento del porcentaje de denuncias, que alcanza el 88%, no puede llevar a una desatinada equivocación: 520 mujeres han decidido, aún y pese a todo, no interponer denuncia contra sus agresores. La cruenta realidad sigue ahí, supera ampliamente la estadística y muestra únicamente la punta de un iceberg de dramas personales que en innumerables casos se oculta o no se detecta. Porque la lacra de la violencia contra la mujer va mucho más allá de la amoral, incomprensible e irreparable pérdida de cuatro vidas en Euskadi en lo que va de año, de las 65 mujeres asesinadas en 2010 en el Estado o las ¡553 que han fallecido víctimas de agresiones masculinas desde 2003! Cinco años después de la entrada en vigor de la Ley de Medidas contra la Violencia de Género, esa violencia sigue inserta en una sociedad lastrada aún por la desigualdad entre sexos, por la cultura y tradición machistas reflejada en actitudes cotidianas que erróneamente se consideran intrascendentes, y por lo que durante décadas ha sido una general indiferencia ante una situación moralmente inasumible y que se extiende a todas las capas sociales o generaciones. El paulatino descenso en la edad de las agredidas a pesar del tajante rechazo público del 82% de los jóvenes demuestra que esa irracional discriminación de la que surge la violencia de género se sigue transmitiendo. Ante eso, únicamente cabe la educación, la reiteración, la socialización de la igualdad, además de la denuncia cuanto esta se incumpla y la observancia estricta de las sanciones estipuladas, especialmente frente a actitudes violentas, cuando las medidas de prevención no surten efecto. Porque el hecho de que en el Estado únicamente se hayan cubierto el 73% de las órdenes de protección solicitadas debe mover a una reflexión cuando en cinco años han sido asesinadas 47 mujeres que disponían de ellas. Y porque también en la aplicación de estas se debe cuestionar, por ejemplo, el salto entre el porcentaje de condenas emitidas en los casos vistos por los Juzgados de Violencia sobre la Mujer (79,5%) o las Audiencias Provinciales (81%) frente al de los Juzgados de lo Penal (53%). Los avances en la visibilidad de la violencia de género y la sensibilización frente a la misma están ahí, existen, pero siguen siendo radicalmente insuficientes. Y es tarea de todos, instituciones, medios de comunicación y en primer lugar de los hombres, profundizar en ellos hasta desterrar de modo definitivo la irracional desigualdad de la que surge la violencia machista.