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¿Cuáles son sus colores?

El comunicado unilateral de Esait anunciando que "la selección de Euskal Herria no jugará en diciembre" sólo contribuye a generar confusión, presionar y dividir a afición y jugadores y a diluir el apoyo a la oficialidad, especialmente entre los jóvenes

EL comunicado unilateral de Esait (Euskal Selekzioaren Aldeko Iritzi Taldea) en el que anuncia que "la selección de Euskal Herria no jugará en diciembre" por tercer año consecutivo sólo puede contribuir a enrarecer el clima que hasta 2008 se había logrado en torno al combinado nacional vasco y que inició una inexplicable deriva cuando saltaron al público polémicas tan larvadas como interesadas en torno al camino hacia la oficialidad y la denominación del equipo, obviando el daño que éstas producen al objetivo que se dice perseguir. A la espera de que Esait explique cómo y por qué genera semejante confusión respecto a la disputa del encuentro y si su carácter de "grupo de opinión en apoyo a la selección vasca", tal y como dice su nombre, le permite convertirse en factótum capaz de determinar -o de dar a entender que lo hace- si la selección juega o no un partido y de que detalle las razones que le han llevado a emitir, apenas tres días antes de celebrar su asamblea general, el comunicado que lleva a deducir la no disputa del de estas navidades, sí cabe considerar que el motivo esgrimido -"la Federación de Euskadi de Fútbol y el Gobierno vasco no tienen ninguna voluntad de dar pasos en pro de la oficialidad"- no es suficiente para fundamentar una declaración que presiona a los jugadores, divide a la afición vasca y complica el apoyo social, especialmente entre los más jóvenes y en tiempos de éxito deportivo y profusión mediática de las selecciones estatales que separan a los equipos nacionales de Euskadi de esa oficialidad. No en vano, Esait debía ser consciente no ahora sino hace muchos meses de que el Gobierno vasco, desde la llegada al mismo del PSE merced al apoyo del PP, no iba a dar un paso en favor de las selecciones vascas. En segundo lugar, conoce perfectamente que la Federación Vasca de Fútbol no puede romper, como Esait pretende, su ligazón con la RFEF, so pena de renunciar a organizar competiciones oficiales y a tomar parte, como Euskadi, en otras internacionales siquiera de menor rango, lo que también supone dar pasos, quizás tímidos pero siempre más efectivos que la mera inexistencia, hacia el reconocimiento. En tercer lugar, Esait sabe que el partido es una fuente de ingresos del fútbol base que si finalmente no se pierde será gracias al esfuerzo del Athletic y de la Diputación Foral de Bizkaia. Y en cuarto lugar, Esait no puede negar que esta vez se había logrado un consenso sobre lo que parecía haber impedido la disputa del encuentro los dos años anteriores, el nombre -Euskal Selekzioa- y la imagen de exigencia del carácter oficial de las selecciones vascas en un partido que no desdice sino que impulsa el manifiesto en pro de la oficialidad que, desde que fuera firmado por los pelotaris vascos del Mundial de México en octubre de 1998, ha recibido el apoyo de un gran número de deportistas, también de quienes deben defender los colores de Euskadi dentro de unas semanas.