FELIPE González ha dicho esta semana que tiene y tuvo dudas morales para volar la cúpula de ETA. George Bush, en su libro de memorias, argumenta que sus asesores jurídicos le dijeron que se podía torturar y él lo permitió ya que así salvaba vidas humanas. El fin justifica los medios. La misma argumentación que esgrime ETA, pero estos son unos terroristas y los otros abnegados defensores de valores morales en un estado cuya Constitución prohíbe la pena de muerte, no así en Texas. Todo francamente asqueroso y obsceno. No me extraña que Jáuregui no se enterara de que existía el GAL bajo sus pies.
Decía Gramsci que había crisis cuando lo viejo no había muerto y lo nuevo no había nacido. Hay crisis en el mundo de ETA y en su ETA sociológica porque todavía no tienen un relato de cómo acabar, de cómo convertir una derrota en una cierta victoria, de cómo volver a una normalidad que les espanta. "¿Cincuenta años para acabar de concejal en Usurbil o en Ondarroa?" parece que podía ser el resumen de su falta de coraje para hincarle el diente, como los irlandeses, a finalizar un sinsentido. Y quizás por eso les interesa que se hable de ello y por eso al PP le interesa también que se hable de ello y por eso al presidente del PSE, un tal Txusito, quien dice que la presidencia del PSE es un limbo, le interesa que se hable de ello y por eso a Ramón Jáuregui le interesa decir que Batasuna no estará en las elecciones y también le interesa que se hable de ello. Pero a la gente normal lo que le gustaría es que se hablara de ello una sola vez: la definitiva. Y, en el ínterin, que no nos marearan. Semejante y baldío manoseo no resuelve absolutamente nada. Cansa mucho.
Me llamó la atención cómo en la entrevista que le hiciera El País a Arnaldo Otegi, a la única persona que nombraba y a quien decía apreciar era al presidente del PSE, Jesús Eguiguren, el del limbo. El resto no existía. ¿Qué hay detrás de todo esto? No lo sé, pero sí se adivinan muchas horas de conversación y mucha complicidad. Y todo eso no está mal. Lo que está mal es verles luego a sus compañeros de partido decir lo que dicen. Haría mejor este partido en aclararse antes de atacar al PNV. Y haría mejor el PP en no permitir las burradas de Basagoiti reivindicando cuarentenas antes de empezar a permitir al mundo de la autollamada izquierda abertzale hacer política.
Y es en este contexto cuando la senadora María Dolores de Cospedal, presidenta del PP de Castilla-La Mancha y secretaria general de esta formación en España, a preguntas de los periodistas en una rueda de prensa celebrada en Sigüenza (Guadalajara) dijo enfática: "Contra ETA debe haber vencedores y vencidos". La señora Cospedal, siendo persona joven e inteligente, no ha cambiado un ápice el discurso de Manuel Fraga, Jaime Mayor Oreja, Carlos Iturgaiz, María San Gil, Leopoldo Barreda y hasta el de un Basagoiti, que, además, añade la reflexión antidemocrática de que, aunque la gente de Batasuna condene la violencia, interesa que estén cuatro años en el lazareto político a ver cómo se comportan antes de darles permiso para participar en las elecciones y en la vida institucional.
No me imagino en 1977, antes de las elecciones de junio de aquel año cero del inicio de la transición, a Felipe González, Jordi Pujol, Xabier Arzalluz, Joaquín Satrústegui, José María Gil Robles, Joaquín Ruiz Jiménez, Txiki Benegas o Marcelino Camacho diciendo todos juntos en rueda de prensa lo siguiente: "Contra el franquismo debe haber vencedores y vencidos". De haberlo hecho no hubiera habido transición política en España. La razón es sencilla: el franquismo había sido un oceánico charco de sangre desde su inicio hasta un mes antes de la muerte del dictador, con aquellos fusilamientos que movieron a la opinión pública de todo el mundo, y se basó en la exclusión, la fuerza, y la represión.
Los bilbainos cuarentones recordarán cómo en las bases de las farolas del puente de El Arenal, que el franquismo bautizó como de la Victoria estaba escrita en letras con relieve el último parte de guerra del general Franco, modelo gengiskaniano de cierre de una guerra: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. El generalísimo Franco. III Año Triunfal. 15 de abril de 1939". Previamente, el alcalde impuesto a Bilbao, José María de Areilza, había arengado el 8 de julio de 1937 en el Coliseo Albia al Glorioso Ejército y Milicias Nacionales. De sus enfervorizadas palabras, entresaco lo esencial: "Que quede bien claro. Bilbao, conquistado por las armas. Nada de actos y agradecimientos póstumos. Ha habido ¡vaya que si ha habido vencedores y vencidos! Ley de guerra dura, viril, inexorable. Ha triunfado la España Una, Grande y Libre".
Muy poco después, visitaba Sabin Etxea. La casa natal de Sabino Arana había sido ocupada. Se trataba de erradicar el nacionalismo. El día en el que en su fachada pusieron el yugo y las flechas de la Falange, aquel alcalde de Bilbao, que posteriormente evolucionó tanto, dijo de forma ofensiva pero muy aplaudida: "Aquí mismo, en tu misma cuna, te damos el tiro de gracia, matando al aldeano y cerril separatismo".
Podría seguir con cientos de ejemplos. Bastan los reproducidos. A los veinte de años de aquella barbarie, nacía ETA como violencia de respuesta a aquella violencia institucional que había arrasado con todo poder legítimo. Por eso, aquel año de 1977, los anteriormente descritos, como hizo Mandela, decidieron que no era procedente hablar de "vencedores y vencidos" y al poco, cogiendo de la calle aquel grito de Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía aprobaban una radical ley de amnistía. Vaciaron totalmente las cárceles. Un nuevo mañana se avizoraba hasta que ETA, desgraciadamente, en junio de aquel año, asesinó al ex alcalde de Bilbao Javier Ibarra. Treinta y dos años después, el balance de ETA es dantesco: más de ochocientos muertos por una parte, más de setecientos presos por la otra. Magnitudes no comparables pero que están ahí. Una anómala Ley de Partidos, kale borroka, chantaje económico y una izquierda radical o en la cárcel o inhabilitada. Este es el terrible balance. No hay otro.
Sin embargo, cuando de lo que se trata de veras es de que ETA desaparezca, que nos deje para siempre y que su ETA sociológica haga política, rompe el silencio el grito desgarrado de María Dolores de Cospedal que nos dice que tiene que haber "vencedores y vencidos". ¿Qué es lo que busca? ¿Que en diez años tengamos una ETA bis?
No soy nada complaciente con el mundo silencioso de esa izquierda radical que ha aupado, sostenido, jaleado y convertido en épica las acciones de una organización mafiosa y totalitaria que, usurpando el nombre de lo vasco, se ha erigido en intérprete de un sentimiento para envilecerlo mientras usaba el papel de celofán del nacionalismo vasco para ocultar una patente de corso para matar y extorsionar. Por eso he de recordar que la primera manifestación contra ETA la organizó el PNV en Bilbao el 28 de octubre de 1978. No fue el PSE, ni la UCD. Fue el PNV, un partido que no creó el GAL y que no jaleó nunca a una ETA como arma asesina del nacionalismo vasco. Por eso, con conocimiento de causa, si no queremos que haya vencedores ni vencidos y sí queremos asentar una convivencia respetuosa en paz olvidémonos de ese grito tan necrológico como el de Millán Astray. ¿Que va a costar lo suyo porque los comportamientos endogámicos y exclusivistas de este mundo tan poco ético dejan mucho que desear? Por supuesto.
Pero de John Lennon es la canción Demos una oportunidad a la paz. Yo le sugeriría a la señora de Cospedal este himno y no el "a por ellos" de los ultra sur. Es una sugerencia.