EL viaje que inicia hoy mismo Patxi López a Estados Unidos y concretamente a Idaho, Nevada y California; tres estados en los que se concentra la mayor parte de la diáspora vasca en aquel país y, por tanto, buena parte de las relaciones que sirven a los intereses vascos en la todavía primera potencia mundial -y a una balanza comercial que roza los cuatrocientos millones de euros en importaciones y los mil millones en exportaciones- responde a la tradición, establecida por anteriores ejecutivos, de que quien preside el Gobierno vasco acuda al Jaialdi de Boise que cada cinco años se convierte en el gran exponente de la cultura vasca en EE.UU. Que sirva para apuntalar las citadas necesarias relaciones en los ámbitos social, económico y diplomático mucho más allá del intangible objetivo del viaje que el secretario general de Acción Exterior del Gobierno vasco, Guillermo Echenique, definió como "aunar la variedad de actividades y elementos que componen el País Vasco de hoy en día", genera, sin embargo, serias dudas en base no sólo a esa indefinición sino sobre todo al severo adelgazamiento a que López ha sometido a la acción exterior del Ejecutivo vasco en su primer año de mandato, con una reducción presupuestaria del 37%, que afecta lógicamente a la presencia de Euskadi en el ámbito internacional y la supedita, en otra iniciativa de intención uniformadora, a los representantes del Ministerio de Exteriores del Gobierno español. Ello se pone de manifiesto de forma especial, además y precisamente, en Estados Unidos, donde el Gobierno vasco carece de delegado desde el cese en el cargo de Aitor Sotés, que López firmó el 23 de junio del pasado año, tras dos de labor, lo que ha provocado un notorio malestar entre los miembros de la diáspora y corrobora el nulo interés de Patxi López y su gabinete tanto en los vascos de EE.UU. como en el fomento de los vínculos de Euskadi con los ámbitos sociales, diplomáticos y económicos estadounidenses... así como con los de Canadá y México, países ante los que, según la ilógica reestructuración iniciada por López, se debía representar también desde la ahora desocupada sede de Nueva York. Descartado ese interés y con el programa del viaje reducido en lo efectivo a apenas un par de acuerdos muy específicos con sendas universidades, se antoja prácticamente imposible que el periplo de una semana de López y su séquito por Estados Unidos logre réditos más allá de un no confesado objetivo electoral y de imagen que no responde a lo que debería ser la presencia institucional del Gobierno vasco en Idaho, California y Nevada pero que explicaría la inusitada polémica que promovió el Gobierno socialista por la prevista presencia en Idaho del diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao.
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