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¿Y Euskadi por qué no?

La resistencia o el rechazo al júbilo por la clasificación de España para la final del Mundial encuentra base en el veto del Estado a la presencia internacional de las selecciones nacionales vasca y catalana, que los estatutos de la FIFA no impiden

AUNQUE desde determinados grupos de comunicación, y en virtud de su apoyo, por otra parte legítimo, a una visión centralista y uniformadora del Estado; se trate de disfrazar mediante datos de audiencia televisiva -que no reflejan la afinidad emocional de los telespectadores con las selecciones que disputan el Mundial de Sudáfica- o a través de una desmedida ampliación numérica de las contadas reacciones públicas en Euskadi (o en Catalunya) a las meritorias victorias de la selección española; la realidad es que, aun con la presencia de ocho jugadores del Barcelona y dos del Athletic, la respuesta de las sociedades vasca y catalana a la clasificación de España para la final del Campeonato del Mundo de fútbol tiene un nivel que si algo refleja es precisamente el hecho diferencial de ambas naciones también en cuanto a sentimientos futbolísticos. En otras palabras, mientras en el resto del Estado español la actuación de la Roja ha desatado una comprensible marea de euforia no exenta de tintes ideológicamente nacionalistas; en Euskadi y Catalunya, aun a pesar del esfuerzo mediático, no sólo no se ha producido tal reacción sino que, en gran parte, conlleva un cierto sentimiento de rechazo fundamentado en la imposibilidad de aspirar a festejar con la selección propia de ambas naciones siquiera la participación en una competición de ámbito internacional y carácter oficial. Especialmente porque dicha participación está mayoritariamente respaldada y es estrictamente legal por cuanto el Estatuto de Gernika, en su articulo 10.36, estipula la "competencia exclusiva en Turismo y Deporte" para Euskadi y la propia Constitución española refleja la competencia autonómica en la promoción del deporte (art. 148.1.19) sin limitarla. Para obviarlo en su resistencia a admitir la oficialidad de la selección vasca, los sucesivos gobiernos del Estado han esgrimido el hecho de que la FIFA marque en sus Estatutos de admisión, art. 10.1, la condición de que las federaciones que aspiren a pertenecer a la FIFA "deben ser responsables de organizar y supervisar el fútbol en su país" y de que especifique: "la expresión país debe referirse a un estado independiente reconocido por la comunidad internacional". Ahora bien, ¿se podría considerar que la Federación Vasca de Fútbol organiza y supervisa el fútbol en su país? Evidentemente, sí. Al menos, en la misma extensión en que lo hacen otras federaciones que sí compiten internacionalmente. Pero, entonces, si los mismos estatutos de la FIFA, en su art. 10.6, afirman que "una federación de una región que no ha alcanzado la independencia puede, con la autorización de la Federación estatal de la que depende, solicitar la admisión en la FIFA" y por tanto la presencia internacional, ¿por qué no puede hacerlo Euskadi? La respuesta está en el veto del Estado español. Y ello otorga al rechazo del júbilo por la Roja tanta lógica como posee la euforia española.