eL diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, realizó ayer un gesto inusual en el enmarañado panorama político vasco. Un gesto evidente de mano tendida, de acercamiento, de voluntad de acuerdo, en un asunto espinoso y polémico como es el del proyecto de ampliación en discontinuidad del Museo Guggenheim en Urdaibai, que ha generado una polvareda política y mediática mucho antes de concretarse los planes de unos y otros. Un asunto, por tanto, en el que hasta ahora han jugado intereses más allá del que debiera ser el único y fundamental: el puro beneficio para la ciudadanía y el progreso social, cultural y económico de una comarca y, en consecuencia, de Bizkaia y de Euskadi. José Luis Bilbao, consciente de que el ruido que se ha generado puede dar al traste con un proyecto ambicioso y beneficioso para la salud social y económica de Urdaibai, ha ofrecido su mano a Patxi López con el objetivo de alcanzar un acuerdo. Es más, el diputado general ha dejado claro que está dispuesto a flexibilizar al máximo sus planteamientos. Y, más aún, le ofrece a López el liderazgo, si así lo quiere, del proyecto. Que, si el miedo es que se trate de una especie de maniobra electoralista, que sea el propio López quien lo rentabilice. Se trata, por tanto, de un gesto que busca el consenso sin eludir el debate y el contraste de ideas y pareceres. Es así como debe interpretarlo el Gobierno vasco, y en especial Patxi López, quien vuelve a tener la pelota en su tejado. Esbozado apenas el plan propuesto por el Gobierno vasco, no parece que los proyectos puestos encima de la mesa sean incompatibles. Y es sobre eso, precisamente, sobre lo que debe debatirse: sobre ideas. Lo que parece buscar el posicionamiento de José Luis Bilbao es un compromiso inicial de ambas partes -Gobierno vasco y Diputación- de no vetar ninguna idea, ni la del Ejecutivo ni la de la Fundación Guggenheim. Dejar que los planes fluyan, se concreten, se interrelacionen, se discutan. En definitiva, no imponer, no impedir. Es, por ello, importante que pueda llevarse a efecto la convocatoria internacional de ideas arquitectónicas para el proyecto de Urdaibai. El propio socio preferente de López, el PP, apoya y defiende esta postura, limpia y democrática. Sobre todo, porque el diputado general ha dejado claro que "la Diputación correrá con todos los gastos que pudiera ocasionar dicha convocatoria". Es decir, tal y como se viene diciendo, el Gobierno vasco no debería desembolsar ni un solo euro. Y, una vez que haya un "proyecto verosímil" sería el momento de analizar pormenorizadamente las cuestiones de inversión, impacto medioambiental, paisajístico, económico, contribución al desarrollo cultural, etc. La mano para el diálogo y el acuerdo, por tanto, está tendida. No se entendería que Patxi López hiciera caso omiso de este llamamiento y siga obcecado en no reunirse siquiera con Bilbao. La sociedad vizcaina y vasca pueden asumir la discrepancia y la pluralidad de proyectos, pero no los oídos sordos, el no por el no y la negación del diálogo.