Viendo con ojos de visitante desde cualquier origen bien poco dice a favor de nuestro pujante Bilbao la llegada a la terminal del aeropuerto. La decepción es unánime.
Además, unas obras de readaptación no tienen que resultar caóticas para los usuarios. Debieran ser también imaginativas, ordenadas y bien iluminadas. La llegada nocturna es tétrica y sin sitios visibles de encuentro.
La Paloma, uno de los souvenirs contaminados de Calatrava, se asemeja más ya a un nocturno chotacabras.