Y unos pocos metros más es la distancia que los deportistas que deciden correr una maratón tienen que cubrir. Y no es poco. Exige meses de preparación, física y mental, y un esfuerzo supremo el día de la prueba. El domingo 30 de mayo tuvo lugar la Maratón de Bilbao. Ilusión, superación y agotamiento son la tónica general de una prueba así, que está llena de riesgos, aunque hayas entrenado. Por supuesto, cada cual decide correr o no.

11.20 horas de la mañana. En la carretera de la ría, dirección Bilbao frente a la estación de Leioa. Llueve. Roberto se tambalea, mareado, incapaz de sostenerse en pie. Por casualidad nos dirigíamos a Bilbao, a la meta, a recibir con los brazos abiertos a mi marido, que también corría. Bajamos del coche. Le sentamos y le damos líquido. Roberto no es capaz de sostenerse, de hablar con normalidad. Sufre una relajación de esfínteres debido a su agotamiento. Llamamos a una ambulancia. Llega a las 11.40, junto a dos patrullas de la Ertzaintza. Ningún vehículo de la organización de la maratón en veinte minutos. Nadie. Roberto, espero que estés mejor. Y, por favor, a la organización: una maratón no es una carrera popular de 10 km, ni siquiera una media... Exige mucha seriedad. Una maratón no es una partida de tabas.