LA aprobación por el ínfimo margen de un voto del decreto ley con las medidas antidéficit propugnadas por José Luis Rodríguez Zapatero confirma el final de la denominada "geometría variable" con la que el Gobierno socialista y su presidente se han permitido navegar, especialmente en los últimos tiempos, en la política de las inconcreciones y rayar en algunas ocasiones la incongruencia pero, sobre todo, apunta a lo que se antoja ya como el inevitable fin de una etapa, sea a corto o medio plazo. Porque ese voto es hasta más exiguo de lo que parece, tal y como demuestra la petición de Josep Antoni Durán i Lleida, portavoz de CiU, la formación que permitió al Ejecutivo sacar adelante el decreto con su abstención, para que sea la ciudadanía, mediante la convocatoria de elecciones anticipadas, la que corrobore la generalizada sensación de que el proyecto y el modelo socialistas están agotados. Zapatero y el PSOE han finiquitado el crédito político que la sociedad les concedió, y es preciso recordarlo, harta del intento de manipulación de la realidad y de la utilización del dolor, de la presidencia de José María Aznar. Dicho de otro modo, Zapatero accedió al poder por los errores y la prepotencia populares, igual modo en que Aznar acabó con el primer ciclo de gobiernos socialistas de Felipe González, cuyo fin se asemeja en casi todo al proceso de deterioro de la presidencia de Zapatero. Si en 1996, con 3,5 millones de parados, 5,5% de déficit público y una deuda de 60 billones de pesetas -cifras inferiores a las actuales- CiU decidió no apoyar los presupuestos presentados por González y obligó a éste a convocar elecciones, ayer Durán i Lleida ya adelantó que los socialistas no contarán para sacar adelante los de 2011 con el apoyo de los nacionalistas catalanes, quienes ven cerca la posibilidad arrebatar el poder en Catalunya al PSC este otoño. Sólo si Zapatero es capaz de conjugar un giro político abrumador e inesperado, como el que se derivaría del fin de la violencia de ETA, con la ausencia de una alternativa clara ante la escasa confianza que los ciudadanos otorgan en las encuestas a Mariano Rajoy, podría tratar, sólo tratar, de invertir la tendencia que lleva a una clara derrota del PSOE. Y ello, en cualquier caso y además de en Catalunya, tendría un evidente reflejo, un efecto dominó, en Euskadi, donde la patente debilidad del Gobierno de Patxi López -también certificada ayer en el Parlamento Vasco- se vería aún más acentuada, además de por las carencias de su propia gestión y su total supeditación a las rechazadas políticas de Zapatero, por el consecuente y previsible descenso electoral del PSE, la posible presencia en el Gobierno del Estado de un gabinete del PP y la imposibilidad de alterar, en el caso de que se produjera ese final del terrorismo, el corpus electoral vasco y de amputar la mayoría nacionalista que reiteradamente ha venido reflejando durante más de tres décadas la sociedad vasca.
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