EL lamentable espectáculo que desdehace varias semanas se ha instaladoen los tribunales españoles, las tribunaspolíticas, los medios de comunicacióny -ayer mismo, en forma de manifestacionescon miles de participantes- en la callea cuenta del llamado caso Garzón amenaza conconvertirse en un sainete que puede enturbiary enterrar un debate cada vez más imprescindiblesobre la memoria histórica y la verdadde lo que ocurrió durante la negra etapa delfranquismo y los difusos años de la transición.La monumental trifulca política, judicial ymediática alrededor de los actos en apoyo deljuez Baltasar Garzón -por cierto, ninguna delas 29 manifestaciones de ayer tuvo lugar enningún punto de Euskadi- ha tenido la virtualidadde mostrar de forma generalizada,incluso a nivel internacional, la realidad deuna justicia politizada y de una jerarquía judicialsometida aún hoy a los prejuicios ideológicos,y en buena parte heredera de la mismamagistratura que formó parte de las élites depoder del anterior régimen franquista. Sinembargo, la respuesta a esta denuncia tantodel Consejo del Poder Judicial como de la derechapolítica y mediática -algunos medios portavocesdel revisionismo derechista calificanlos actos de “guerracivilistas”, y Rajoy de“campaña brutal y antidemocrática”-, incideen la bochornosa evidencia de que todavía hayimportantes sectores de poder en el Estadoespañol -beneficiados por la amnesia impuestaen una transición sometida a las urgenciasde la amenaza involucionista-, que se niegana cualquier intento de investigar los crímenesdel franquismo. De hecho, se busca tanto desacreditare inhabilitar a Garzón -aunque en lapolémica se mezclan también errores procesalesdel propio juez y razones de enfrentamientopersonal con otros compañeros de profesión-,como paralizar el debate social y lainvestigación judicial sobre esos 40 largos añosde represión, violaciones de derechos humanosy asesinatos. La jurisprudencia internacionalsobre derechos humanos establece queninguna Ley de punto final -el revisionismoneofranquista alega que eso fue la transición-puede amnistiar los crímenes contra la humanidad,y en el caso del régimen franquista setrata de miles de asesinados y represaliados,al margen de los años de guerra entre 1936 y1939, muchos de ellos aún hoy desaparecidos-como en Argentina o Chile- en cunetas,barrancos y tapias de cementerio. Y la desapariciónforzada está considerada como un crimencontra la humanidad que no prescribe. Sino es Garzón, la Justicia debe decidir quién ycómo se aborda la investigación de las fosasdel franquismo y la recuperación de la memoriahistórica y humana de sus víctimas. No porvenganza, sino porque la imposición de laamnesia colectiva devalúa la democracia.