LA aprobación ayer en el Parlamento Vasco, con los votos favorables de PSE, PP y UPyD y la oposición de PNV, Aralar, EA y EB; del 25 de octubre como festivo y "Día del País Vasco-Euskadi Eguna" desdice, una vez más, las reiteradas llamadas a la transversalidad que Patxi López y el PSE lanzaron públicamente antes de acceder al Gobierno gracias al Acuerdo de Bases suscrito con el PP y supone otra evidencia del modo de actuar de una mayoría parlamentaria legal pero al mismo tiempo ilusoria desde que surge gracias a la alteración del cuerpo electoral y responde a un único sector ideológico, el constitucionalista, minoritario en la sociedad vasca. El Gobierno y su socio preferente se evaden de esa realidad y una vez más obvian que en la toma de determinadas decisiones que afectan a toda la ciudadanía -y el Plan de Educación para la Paz es otro ejemplo, quizás el mejor- el consenso parcial, aun siendo suficiente en el juego parlamentario, no es el consenso imprescindible ni mucho menos el necesario y soslayan que los acuerdos exclusivos inter pares llevan en la práctica al frentismo y a la contestación social si no a la desligitimación de formaciones políticas e instituciones. Pero, además, en la transformación en festivo del 25 de octubre para conmemorar la aprobación del Estatuto de Gernika confluyen también numerosas contradicciones. Desde el apoyo del PP, partido que en su versión de hace tres décadas, AP, votó en contra del Estatuto, hasta la constatación de que tanto socialistas como populares, impulsores de la celebración, son los mismos partidos que durante 31 años y desde el Gobierno español no sólo han incumplido lo que la sociedad vasca aprobó en referéndum aquel 25 de octubre de 1979 y mantienen 36 de las 125 transferencias pendientes, sino que, a partir de los Pactos Autonómicos de 1981 que dieron lugar a la Loapa, han ido aprobando en Madrid legislación básica, decretos leyes y normativas fiscales que invaden y cercenan la capacidad competencial explicitada en el propio Estatuto. Sin olvidar que la mayoría de la sociedad vasca ya viene celebrando anualmente y desde 1932 el día de Euskadi o Aberri Eguna el domingo de Resurrección, que una convocatoria conjunta de esa festividad en 1978, con presencia del PSE, lideró la reclamación del Estatuto y que los propios socialistas participaron en la misma hasta 1979. La implantación del 25 de octubre como festividad, finalmente, no sólo contradice al pasado, sino también al futuro. Porque sólo puede responder al interés del PSE y el PP por alentar la idea de que el proceso de conformación del autogobierno vasco ya está concluido y cerrado, con el objetivo de amalgamarlo en el Estado, cuando la sociedad vasca ha expresado de manera reiterada su voluntad de desarrollarse mediante la profundización en el mismo.