lA organización terrorista ETA hizo público ayer, coincidiendo con Aberri Eguna, un execrable comunicado que no aporta ninguna novedad ni aportación ni respuesta al tan cacareado proceso salvo la introducción de una cínica versión del asesinato el pasado 16 de marzo de un gendarme francés. Suele ser habitual que por fechas cercanas a Aberri Eguna ETA se descuelgue con algún comunicado como un vano intento de aparecer como una fuerza abertzale más que reivindica la patria vasca. Nada de eso existe ya en los mensajes de la organización armada, porque ha traicionado reiteradamente la palabra y la voluntad del pueblo vasco. Este año, además, existían ciertas expectativas en algunos sectores sobre un pronunciamiento de ETA después del emplazamiento realizado por la izquierda abertzale tras su periodo de reflexión interna materializado en su apuesta por las vías políticas, pacíficas y democráticas y, más aún, tras la intervención de personalidades de reconocido prestigio internacional en la que le pedían un alto el fuego. Si alguien tenía esperanzas de que ETA ofreciera por fin una respuesta positiva, habrá quedado, una vez más, defraudado. La realidad es que la sociedad vasca conoce ya de sobra lo que es ETA y cuál es su apuesta. Y la organización terrorista lo ha vuelto a plasmar en un comunicado en el que no pasa de expresar la obviedad de que el fin de la violencia no soluciona "el conflicto político" y de que "en próximas reflexiones" (sic) recogerá "las aportaciones y opiniones que han lanzado los agentes internacionales". Es decir, que ignora y desprecia "las aportaciones y opiniones" que reiteradamente le lanza la ciudadanía vasca. No sorprende tampoco la dócil, servicial y, una vez más, decepcionante respuesta de la izquierda abertzale oficial, que ofrece una "valoración en el sentido positivo" de un comunicado que nada dice. Y lo hace porque, según su versión, "la pelota está en el tejado de los vascos". No: la pelota sólo está en el tejado de ETA y de la izquierda abertzale, que es el mismo al menos mientras ésta no cambie de techumbre. Por otro lado, el escrito de la organización armada ofrece una alucinada versión sui generis del asesinato del policía galo que sería risible si el resultado no hubiese sido tan trágicamente irreparable. Hablar de que los gendarmes iban a "secuestrar" a unos "gudaris" cuando sólo cumplían su obligación de detener a unos delincuentes que estaban robado coches es, sencillamente, demencial y es estar fuera del mundo real. Tanto como pretender que alguien crea el origen del tiroteo que explica ETA, que se habría producido "contra su voluntad". Una cosa es que intente frenar la lógica respuesta de Francia, ya avanzada por el presidente Nicolas Sarkozy, y otra que pretenda tergiversar la realidad hasta ese punto. Una vez más, nadie cree a ETA.