ZAPATERO aparece cada día que pasa como un gobernante ya liquidado, quemado. Sin liderazgo, agotado y sin ideas más allá de sus proverbiales improvisaciones. El presidente del Gobierno español vive sin duda su peor momento político desde su primer triunfo electoral y su pretendida estrella es ahora un meteorito en caída libre. Los problemas se le multiplican. A una jornada de malos resultados sigue otra de informes sumamente negativos; a un martes en el que el paro supera ya los cuatro millones de desempleados le sucede un jueves con anuncio de movilizaciones en la calle contra el pensionazo o con un desplome demoledor de la Bolsa. Y todo ello aderezado con toques de atención desde el Fondo Monetario Internacional, Bruselas, la prensa internacional o, lo que preocupa sobremanera al aparato socialista, desde las encuestas del CIS, que dan ventaja al PP y dejan la confianza de Zapatero por los suelos. Y lo peor de todo es la sensación cada vez más generalizada de que aún queda margen para empeorar. España da miedo en Europa y en el mundo. En este contexto, Patxi López contempla el desastre desde la ventana de Ajuria Enea sin saber qué hacer, sin entender lo que sucede, sin acertar a esbozar siquiera la solución al grave problema económico. Es decir, sin hacer nada, esperando que la solución le venga de sus hermanos mayores de Madrid, de sus correligionarios socialistas. Precisamente, de quienes han demostrado su incapacidad para aportar soluciones. Esta semana pasada, dos vicepresidentes del Gobierno español -Manuel Chaves y María Teresa Fernández de la Vega- y una ministra -Cristina Garmendia, en labores de anfitriona de la Reunión Informal de Ministros de Competitividad de la UE que se celebra en Donostia- han paseado por Euskadi. Y López, fiel a su política, ha ligado su imagen a la patética representación del Ejecutivo de Zapatero. Ha buscado la foto de una supuesta fortaleza con ministros de España, que ostenta en estos momentos la Presidencia de la UE. Pero la realidad del espejo le ha devuelto una imagen de la que debería huir: la de un Gobierno noqueado y sin rumbo al que se aferra porque carece de iniciativa y de política propias. Es el peor momento para hacerlo, porque resulta evidente que las recetas de Zapatero y su gabinete son manifiestamente deficientes, por lo que exportarlas a Euskadi sería una irresponsabilidad más. Es más, tanto Chaves como De la Vega y Garmendia han ido a lo suyo en Euskadi y no les ha preocupado dejar en mal lugar a su aliado avanzando un nuevo retraso en el traspaso de competencias o ignorando su pataleta con la que pretendía hacer culpable al PNV de lo que no es capaz de conseguir. Lejos de defender los intereses de Euskadi en Madrid, López pretende normalizar a los vascos importando políticas fracasadas. Es el riesgo de las sucursales.