todavía parece que no se les ha acabado a los opinadores y a algunos "informadores" del diario Gara el desahogo desenfrenado en protesta por la publicación en DEIA y el GRUPO NOTICIAS de parte del contenido de una carta de Arnaldo Otegi a un compañero preso en la cárcel de Zuera. Quince días más tarde de esa publicación, el diario portavoz de las tesis de la izquierda abertzale arremetió contra DEIA y el GRUPO NOTICIAS como suele, con la peligrosa prepotencia habitual de quien como únicas razones aporta sólo la imposición de su verdad y el insulto, acusando a este Grupo de bucear en las cloacas del Estado, de servir a siniestros intereses del Ministerio del Interior. Y lo dicen sin despeinarse, dándolo por hecho, como si imputaciones de tal calibre en este país fueran triviales. Sin contrastar, sin preguntar previamente -¿para qué, si poseen la verdad revelada?-, sin matizar, atribuyendo intencionalidades absolutamente ajenas a la realidad. Todos, menos ellos, son los malos. Todos, menos ellos, son los culpables. Son los otros quienes "se constituyen en agentes activos prestos a servir de correa de transmisión a la estrategia del Estado español". No necesitan probar nada, por más que se haya repetido que la carta de Otegi existe, y que no se ha tenido acceso a parte de su contenido a través de ninguna fuente policial ni penitenciaria. Sobre todo porque es ciertamente difícil compatibilizar la afirmación de que la carta como tal no existe con una supuesta violación de la correspondencia por publicar su contenido. La inquina de Gara contra DEIA y el GRUPO NOTICIAS sólo se entiende por su temor fundado a la competencia y por su sectarismo, que pretende monopolizar toda la información referente a la izquierda aber-tzale ilegalizada pero dosificándola según las consignas recibidas o, simplemente, ignorándola cuando se aparta de la línea oficial. Y si los periódicos del GRUPO NOTICIAS informan sobre realidades que ocurren en ese sector político, son inmediatamente desautorizadas bajo la perversa acusación de "filtraciones interesadas que provienen de las cloacas del Estado". Nos acusa Gara de "embarrar el terreno" cuando desde este medio se informa de reflexiones de presos y familiares -documento Gakoa, "apócrifo" según Gara-, o se publican cartas de ex dirigentes de ETA críticos con la lucha armada que son censuradas por ese periódico. Nos acusa de "interferir en el debate", cuando lo único que desde este Grupo se ha pretendido es dejar claro que excluir de la discusión un posicionamiento sobre la lucha armada sería cerrarlo en falso. Y es evidente que la posición editorial de DEIA y el GRUPO NOTICIAS al respecto es que la única conclusión posible y deseable de ese debate debe ser el alejamiento expreso y mayoritario de la izquierda abertzale oficial de cualquier connivencia con la violencia. Nuestro único afán, por tanto, es el de ejercer la obligación que como medios de comunicación tenemos de informar libre y fidedignamente a la sociedad de hechos relevantes y de interés informativo y de contribuir a la formación y al debate democráticos para que los lectores -que son quienes poseen el derecho a la información- puedan conocer, analizar y formar su propia opinión. Los opinadores de Gara, mientras, ejercen con todo descaro de fiscales del trabajo ajeno; dan o quitan título de abertzalismo; adjudican seguidismos y militancias, para ellos perversas, a su antojo; administran la información según les cuadre. Porque ellos son los únicos que están al cabo de la calle de lo que conviene a este país y todos los demás son unos traidores y unos vendidos.