LA Comunidad Autónoma Vasca, cuyo Gobierno preside Patxi López, y el Territorio Histórico de Bizkaia, cuya Diputación lidera José Luis Bilbao, son realidades administrativas distintas con formaciones políticas bien diferentes -y hasta enfrentadas pese al acuerdo de estabilidad institucional promovido por el PNV- en sus respectivos órganos de gobierno. Las prioridades de uno y otro Ejecutivo, por tanto, difícilmente van a coincidir más allá de las declaraciones generalistas sobre la situación económica y las necesidades sociales que, sin embargo, son asumidas y soportadas de igual modo por las sociedades de los dos ámbitos administrativos. No en vano ambas son similares, por no decir idénticas. Aun con ínfimos matices, la composición de la sociedad de Bizkaia y la de la CAV que la engloba (1.146.421 vizcainos entre 2.157.112 vascos a finales de 2008) forman parte de un todo que incluso se extiende, en cuanto a concepto cultural, sociológico e incluso en materia económica, más allá de la actual realidad jurídico-política. Ahora bien, esta coincidencia prácticamente plena en cuanto a pirámide y composición poblacionales, necesidades sociales, incidencia de la crisis y futuro económico no tiene un reflejo automático en la principal herramienta de gobierno con que cuentan las administraciones, los presupuestos. Al menos, no lo tiene en cuanto a las grandes cifras. Entre las cuentas presentadas por el diputado de Hacienda de Bizkaia, José María Iruarrizaga, y aprobadas ayer en Juntas Generales y las que ha presentado en el Parlamento Vasco el consejero de Economía y Hacienda del Gobierno López, Carlos Aguirre, hay dos diferencias esenciales en cuanto a la reducción presupuestaria respecto a las cuentas del año anterior y, sobre todo, al nivel de endeudamiento previsto para el próximo ejercicio. En el caso de los presupuestos del Gobierno del PSE, la contención del gasto supondrá un 8,6% respecto a 2009, con una incidencia especial en las inversiones, mientras que la Diputación Foral de Bizkaia manejará unas cuentas en las que la reducción del gasto se eleva hasta el 12% pese a que pretende mantener el esfuerzo inversor que tire de la economía. Son más de tres puntos de diferencia. Pero es en el nivel de endeudamiento donde la divergencia en la concepción de los presupuestos es mucho más nítida. Mientras las cuentas forales sólo contemplan una deuda de 110 millones en un presupuesto de 6.827 millones de euros, es decir, el 1,6%; las del Ejecutivo López se elevan -tras aprobar ya una deuda de casi dos mil millones en el actual ejercicio 2009- a 1.914 millones de euros, es decir, nada menos que el 18,5% del presupuesto. Respecto a Bizkaia son casi 17 puntos de diferencia que no se justifican en las peculiaridades -y necesidades- sociales o económicas y, por tanto, sólo pueden deberse a las prioridades políticas.
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