LA 44º edición de la Azoka de Durango cerró ayer sus puertas con un balance aún necesariamente provisional pero positivo en términos generales dada la preocupante situación de crisis, tanto la económica como la que atañe más estrictamente al mundo de la cultura. Es más, teniendo en cuenta este factor de crisis global, puede decirse que la Azkoa no sólo ha aguantado el tipo, sino que ha logrado mantener en este contexto sus niveles habituales, que no es poco. Importantes novedades editoriales y discográficas, presencia de los grandes editores, escritores y grupos de referencia, afluencia masiva de público, actividades paralelas de indiscutible interés y unas ventas como mínimo aceptables han hecho de la edición de la crisis de la Azoka una cita exitosa en términos generales. Tiempo habrá de hacer balances más detallados de cada uno de los diferentes apartados, pero lo cierto es que la Feria de Durango ha demostrado una vez más no ya que está plenamente consolidada como una cita cultural absolutamente ineludible y de primer nivel en Euskadi, sino que pugna por expandirse a poco que los agentes implicados se empeñen. Éste, precisamente, tiene que ser uno de los motivos de reflexión del mundo cultural vasco a medio plazo. La acumulación de novedades para esta cita anual es de tal envergadura que conviene al menos debatir sobre la posible diversificación de este escaparate de la cultura euskaldun y que forma parte ya, con total orgullo, del patrimonio de Euskadi. De entre las novedades -no ya estrictamente editoriales- de este año, la Azoka ha aportado muy oportunamente dos temas de debate ineludibles para el futuro no ya de la Feria durangarra sino para la cultura en general: el e-book, es decir, el libro en formato digital, y el Expresso Book Machine, una máquina novedosa capaz de almacenar volúmenes en su memoria que luego pueden imprimirse y encuadernarse en cuestión de minutos y en el número que se desee. Se trata de dos elementos innovadores que van a condicionar, sin duda, nuestro modo de crear y consumir los productos culturales y que tanto los creadores como editores deberán tener en cuenta a corto plazo. La introducción de las nuevas tecnologías en el mundo de los libros generará, como ya lo está haciendo en la música, importantes distorsiones, grandes debates, crisis a nivel global y modos diferentes de creación, pero también un universo inexplorado de oportunidades en el que los pequeños creadores y lenguas minorizadas como el euskera deben estar alerta, anteponerse, prepararse y dar pasos firmes hacia el futuro. En el debe de la Azoka -y no achacable a la organización de la misma- está la, en muchas ocasiones, limitada asistencia de público y agentes implicados a las actividades paralelas programadas, así como el escaso compromiso institucional del Gobierno López.
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