LA coincidencia temporal entre las declaraciones del consejero de Economía y Hacienda del Gobierno vasco, Carlos Aguirre, sobre el estado de las cuentas que halló el Ejecutivo socialista al llegar a Lakua y la calificación parlamentaria de la información sobre la situación de la tesorería a 31 de octubre ha hecho buena la mala máxima del periodismo más amarillo, aquella que dice que la realidad no debe estropear un titular. La realidad, en este caso, es que a último día de octubre, la caja del Gobierno vasco presentaba un saldo de 1.836 millones de euros, según la información enviada al Parlamento Vasco por la propia Consejería de Aguirre sin contar los 700 millones ya ingresados tras la emisión de deuda pública y 125 más por endeudamientos por préstamos bancarios. Es decir, el Ejecutivo de Patxi López, en estos momentos, cuenta con casi 2.700 millones de euros en caja. Sin embargo, el titular que ofreció el consejero ayer, en una entrevista radiofónica, fue el de que "Juan José Ibarretxe ha dejado un agujero descomunal". Lógicamente, ambas cosas a un tiempo son imposibles. Y si es el propio equipo de Aguirre quien ha hecho las cuentas que ofrecen un saldo de 1.836 millones... En cualquier caso, la dialéctica política no oculta la veracidad de los datos ni es lo más preocupante en la actuación del equipo económico de Patxi López. Porque, también ayer, a la información sobre el estado de las cuentas y a la desinformación lanzada a las ondas por Aguirre se les unió el anuncio de que el Gobierno vasco acaba de aprobar un nuevo endeudamiento por 361 millones de euros, 186 en emisión de nueva deuda pública y 175 en préstamos bancarios, y ese anuncio tampoco parece coincidir con la lógica económica cuando se acaba de reconocer oficialmente que hay en la caja del Ejecutivo varios cientos de millones de euros. En este sentido, Carlos Aguirre puede permitirse el lujo de obviar la explicación de su, a la vista de los datos, falsa acusación sobre el estado en que dejó las arcas del Gobierno vasco el anterior Ejecutivo tripartito, pero ni puede ni debe eludir una explicación sobre los motivos que llevan a Gobierno de Patxi López a endeudarse sin necesidad aparente limitando la capacidad de hacerlo en los próximos meses, cuando todos los análisis apuntan a que sí será preciso recurrir a la deuda pública al no haberse iniciado aún la corrección de la situación de crisis que afecta a Euskadi y en la que, siete meses después de asumir el poder, el actual equipo de gobierno tiene más que ciertas dosis de responsabilidad. También por no controlar gastos superfluos como los más de 335.000 euros en la celebración del Estatuto para un centenar de personas. No debe extrañar, en este contexto, que las agencias de rating internacional hayan comenzado a cuestionar ya la futura solvencia del Ejecutivo vasco y que algunas, como Fitz hace sólo seis días, hayan cambiado sus expectativas de evolución de estable a negativa.