Hace ahora tres años, cuando la pandemia todavía condicionaba nuestras vidas, un grupo con claras influencias musicales y estéticas de los años 60 llamado Las Penas se vio obligado a cancelar un concierto en Barcelona. En esos meses de incertidumbre, la banda desapareció del mapa sin un anuncio oficial en redes sociales y pasó a mejor vida. Su cantante, María Llorente (Donostia, 1987), no se quedó de brazos cruzados. Formó una nueva banda de pop de guitarras que, aunque empezó escorado al indie rock de los 80 y 90, se ha nutrido de más ingredientes (pop-punk, garaje, psych) que ya se pueden degustar en su EP de debut, Despojos. El disco, que contiene seis temas propios (cinco en castellano y uno en francés, Silence glaciel, de tintes oníricos y con guiños a la psicodelia), fue grabado el pasado verano en el estudio Bonberenea de Tolosa y acaba de salir a la luz en las plataformas digitales y también en formato CD. SIGLAS, escrito en mayúscula, está compuesto por cuatro músicos: María Llorente (voz principal y teclados), Luis Suárez Bueno (guitarra y voces), Jéssica Martínez (bajo, coros) y Diego G. Carballo (batería), que también son amigos y hacen mucha vida en común. Salvo en el caso de su bajista, tienen ya cierto bagaje musical en otros grupos guipuzcoanos de la escena independiente como Mushroom Caffeine, Las Primitivas o Impacto Vudú. Solo este último, liderado por Luis Suárez, sigue en activo. Las nuevas canciones de SIGLAS son como unos trocitos de tela de distintos colores y se presentan en la sala Dabadaba de Egia el próximo 12 de febrero (20 horas, 12/15 euros), junto al grupo de Miami Las Nubes. La formación donostiarra espera sumar más fechas para la presentación del EP en las próximas semanas.  

Y todo empezó con la disolución de otro grupo donostiarra: Las Penas.

-Así es. Se disolvió el grupo y nos unimos Diego y yo con la idea de empezar a hacer temas, con ganas de tocar. No teníamos ninguna idea ni objetivo de lo que saldría de ahí. Así que empezamos a hacer unas versiones en castellano junto con Luis y el primer ensayo ya sonó muy bien, nos motivamos muchísimo. Para el segundo ensayo ya contamos con Jéssica, que apareció como caída del cielo, porque conectamos enseguida en cuanto a estilos y afinidades. Dimos con el pack perfecto, nos hemos hecho muy amigos entre nosotros y hemos dado con la tecla siglera.

Cuando surgió el proyecto de SIGLAS, ¿el plan era abrirse a otras décadas más allá del pop y del garaje de los años 60 y enriquecer el sonido del grupo con nuevas sonoridades?

-No teníamos ninguna pretensión de sonar a ningún estilo en concreto, ni siquiera es algo que hayamos tenido en mente: “Queremos sonar a X”. Creo que todos escuchamos cosas bastante parecidas pero a la vez tenemos gustos dispares; los temas que hemos ido creando suman los gustos de los cuatro. Ninguno somos de etiquetas musicales ni cerrados, de hecho nos gustan casi todos los estilos musicales, y eso ha sido superpositivo para componer juntos, porque no tenemos prejuicios. 

Al principio, algunos de los referentes eran Teenage Fanclub y The Jesus & Mary Chain, de quienes hacían sendas versiones. Oyendo el disco se intuyen pero quedan lejos, como si en estos dos años el grupo hubiera dado no con una, sino con varias fórmulas, en una continua fase de crecimiento. 

-Hacíamos versiones de esos grupos que comentas (Sparky´s Dream de Teenage Fanclub y Come on de The Jesus & Mary Chain) al comienzo, porque teníamos que empezar con algo cuando aún no habíamos compuesto nada. Son grupos que nos gustan mucho, pero no son referentes en cuanto a que tengamos que sonar a ellos. La idea no es copiar un estilo o coger un artista y fusilar sus temas. En el disco se puede ver que las influencias son amplias y todavía nos gustaría ampliar la paleta sonora y jugar con más fórmulas aún.

Las canciones del EP tienen bastante pegada y son muy melódicas, aunque, al mismo tiempo, es cierto, muy distintas entre sí. ¿Entraron al estudio de Bonberenea con la idea de grabar un abanico de estilos amplio y heterogéneo?

-Esa era la idea. Pero no solamente a la hora de grabar, sino porque es lo que nos da identidad como grupo. Lo que te decía anteriormente: no nos cerramos a un estilo en concreto, y al final eso hace que los temas sean dinámicos y un poco dispares aunque con un nexo en común.

¿Por qué se decantaron por grabar con el músico y productor Karlos Osinaga Txap (Lisäbo) y qué es lo mejor que sacan de la experiencia de haber trabajado con él? 

-Es conocido nuestro y tiene un gusto exquisito, hace las grabaciones con mucho mimo y estamos supercontentos del resultado. Txap hila muy fino. Además, ha sabido captar nuestro gusto y estilo, y ha aportado ideas muy chulas.

Es una lástima que no se haya podido editar el disco en vinilo. ¿No les salía a cuenta? ¿Cuánto cuesta una tirada de 200 o 300 álbumes?

-El precio puede andar en torno a unos tres mil euros. Ahora mismo es una cantidad que no nos la podemos permitir, porque es un dinero que sale directamente de nuestros bolsillos. Hay que contar con que hemos hecho un desembolso importante en el proceso de grabación y con otros temas que hicimos anteriormente. De todas formas, estamos muy felices de poder sacar el disco en formato físico, en CD, que al final es un recuerdo que podemos tener en nuestra colección. La calidad del sonido es muy buena. Quizás en un tiempo podamos sacar una tirada en vinilo. Quién sabe. ¡Ojalá! 

En 2025 la música de guitarras parece una cosa anticuada, pero al menos en la escena underground vasca siguen saliendo bandas de rock, punk, indie y otros estilos clásicos. ¿Este es un buen momento para la música en Euskal Herria?

-¡Y tanto que sí! Hay una barbaridad de grupos buenísimos que nos chiflan y nos sentimos muy afortunados de poder ir a verlos a las salas de conciertos. Por ejemplo, Tatxers (somos megafans), EZEZEZ, Hiuzz, Sal del Coche, Melenas, Exnovios, Airu… La lista de bandas de nuestro entorno que nos encantan es muy larga. 

"Hay una barbaridad de grupos buenísimos en Euskal Herria”

¿Después de la pandemia tocar en directo se ha vuelto cada vez más complicado para los grupos emergentes? ¿Perciben que cada vez hay más barreras por parte de programadores, salas y festivales?

-En realidad hay mucho movimiento musical, pero cada vez existen menos salas pequeñas y las que hay no se quieren arriesgar a montar bolos si no tienen la certeza absoluta de que la sala se va a llenar. Pero ni mucho menos está todo perdido. Tenemos la suerte de contar con una gran red de gente y asociaciones culturales alternativas que están haciendo esto posible, y es un regalo para los amantes de la música que podamos disfrutar de un montón de buenos conciertos.

Estrenan el disco en Dabadaba el próximo 12 de febrero. Si mañana cayese un meteorito (¡esperemos que no!) sobre el club de Egia y queda hecho añicos, ¿significaría la muerte de la música independiente en Donostia?

-Nos hace mucha ilusión. Además, tocamos con un grupo chulísimo de chicas de Miami, Las Nubes. Así que juntando nubes con meteorito en la misma frase resulta todo muy cósmico (risas). Lo importante es que muchos de los eventos que organizan en la sala están siempre llenos, porque eso significa que hay demanda y pueden seguir adelante con su programación. Y si algún día ocurre lo que tú comentas… ¡vendrían los marcianos y montarán otro Dabadaba donostiarra alienígena!

Katapulta: el primer empujón 


Mientras daban sus primeros pasos, SIGLAS decidió inscribirse en el programa Katapulta, promovido por las asociación cultural Buenawista Prollekzioms, y que cuenta con el apoyo y la colaboración de la Diputación de Gipuzkoa y Kutxa Fundazioa con el objetivo de “impulsar el talento guipuzcoano y contribuir a la dinamización de la escena del territorio”. En aquella edición de 2023, ocho formaciones noveles (Amaterra, Bamms, Ithaka, Muzak, Nakar, Olana Liss, Ramada Inn y SIGLAS) fueron elegidas de un total de 125 proyectos musicales. 


Los artistas seleccionados pudieron realizar un total de cuatro actuaciones en diferentes puntos de Gipuzkoa, con una compensación económica de 400 euros por concierto, además de la cesión gratuita de los locales de ensayo de Tabakalera durante un año y la grabación de un videoclip. Un buen botín con el que empezar a rodar. Katapulta, que este año cumple diez años de vida, le vino especialmente bien a SIGLAS: les sirvió para darse a conocer, curtirse en directo y avanzar en su carrera musical. En aquella primera etapa como grupo, también grabaron un single, Luna Verde, muy pop y luminoso, que hasta la aparición del EP Despojos había sido su principal carta de presentación.