Llamar por teléfono para reservar mesa, ir al restaurante, leer el menú en una carta de papel, cenar, pedir la cuenta, pagar en efectivo o con tarjeta y despedirse de la persona que nos ha atendido. Son acciones muy habituales. Hasta ahora. El sector de la restauración está cambiando, sobre todo después de la pandemia. 

Un robot repartidor en plena calle.

En este sentido, lo que más ha variado es la forma de pedir la comida o la cena, ya que el servicio delivery (la entrega a domicilio) ha aumentado y evolucionado en los últimos años. Cada vez es más habitual solicitar el menú a través de la aplicación del propio restaurante o de alguna plataforma que ofrezca este servicio a los establecimientos. Pasados unos minutos, el repartidor llega en moto, coche o bici. Pero, ¿y si ese servicio también se pudiese automatizar? Así se realiza ya en algunos países como Estados Unidos, Japón y también en Europa de la mano de la empresa Cartken.

El modelo de restaurante

Ofrecer solo comida a domicilio y sin aceptar efectivo para el pago son las bases para crear el restaurante del futuro, como han denominado al local abierto por Wingstop en Dallas (Estados Unidos) hace unos meses. En el establecimiento solo hay una cocina y un vestíbulo, donde los clientes entran, recogen su pedido y se van.

Y en nuestro país, concretamente en Madrid, sus ciudadanos ya han podido ver por las calles el primer robot de reparto y el food truck que opera en la vía pública en toda Europa. Se trata de Goggo Cart y pretende acercar los productos de los restaurantes a sus clientes a través de otros canales de venta. Los consumidores solo deberán acercarse a este vehículo, elegir lo que desean, pagar mediante servicio de contactless y recoger el pedido. Mediante la app podrán ver qué productos están disponibles en tiempo real. Cuando el género se acaba, el food truck se dirige a los locales más cercanos para abastecerse, y al terminar la jornada vuelve a su estacionamiento para recargarse. 

Un Goggo-Cart, comida ambulante al servicio de una clientela móvil.

También las cocinas pueden automatizarse. Es el caso del último proyecto de Pizza Hut que se ha puesto en marcha en Israel. Se trata de un restaurante modular totalmente autónomo en el que solo trabajan robots que preparan la comida y la sirven. Todo gracias a la tecnología de Hyper Food Robotics, una startup israelí que la ha implantado en un local de un centro comercial en la ciudad de Bnei Dror. 

Realidad virtual y aumentada

Se dice que la comida entra por los ojos, así que en vez de leer los platos del menú (y no entender en muchas ocasiones cuáles son los ingredientes o cómo será el resultado que nos lleven a la mesa), será mejor verlos, ¿verdad? Pero no en foto como tienen muchos establecimientos, sino en tercera dimensión, con imágenes holográficas, es decir, a través de realidad aumentada. 

Eso lo consigue el dispositivo HoloLamp, que proyecta una imagen en 3D de la comida que se puede ver sin gafas especiales ni el móvil. Para ello, previamente se han tenido que tomar fotografías de distintos ángulos del plato elaborado y se han convertido en ficheros digitales en 3D. 

Los pagos

Quien tenga criptomonedas sabrá que ya puede pagar con ellas en muchos establecimientos de restauración. Distintos grupos líderes del sector que agrupan varias cadenas ya siguen esta tendencia, lo que supone un paso más en la digitalización de este tipo de negocios. 

Respecto a la realidad virtual, es cierto que las gafas que utilizan esta tecnología se emplean en sectores como el turismo, la medicina y los videojuegos para recrear situaciones o transportarnos a otros lugares sin movernos del sitio. Pero, ¿y si se incluyesen, además de la vista, otros sentidos como el olfato, el gusto o el tacto en esas experiencias? De esta manera, simular que comemos una hamburguesa o bebemos un café parecería mucho más real. Esta tecnología la han desarrollado en la Universidad de Maine para ir de cena, aunque de modo virtual. En primer lugar, se han incorporado electrodos en los cubiertos para imitar las sensaciones que producen los distintos sabores en la boca. 

Por otro lado, también existe ya una pantalla que se puede lamer para detectar diferentes sabores. Ha sido desarrollada en la Universidad de Meiji (Japón) y utiliza cinco geles con electrolitos para simular los sabores. Y los usuarios pueden controlar la intensidad de cada uno de ellos. 

Pizza Hut en Israel: solo robots cocinan y atienden a la clientela.

¿Y qué pasa con el olor? Investigadores del Instituto Imagineering de Nusajaya (Malasia) están experimentando con electrodos colocados en las fosas nasales para estimular las neuronas que activan los olores. 

Por último, en relación al tacto, la mejor fórmula para conseguirlo es a través de la tecnología háptica, que nos da la sensación de que estamos tocando algo mediante vibraciones, fuerza aplicada o el movimiento, por ejemplo.