Tanto viste de Zara o Decathlon, como de Dolce & Gabbana, Dior o Louis Vuitton. Georgina Rodríguez sabe lo que es ganarse la vida (y ascender). Siempre supo que sus aspiraciones y ansias de grandeza pasaban por currar a tope, primero en su Jaca natal, y posteriormente en las mejores tiendas de lujo de Madrid. Esas en las que antes era dependienta, sin poder optar ni siquiera al más sencillo de sus vaqueros, y ahora ejerce como una de sus clientas VIP. Porque la Georgina actual, influencer, presentadora, modelo y reina consorte del balompié mundial, de la mano de su querido Cristiano Ronaldo, vive la vida que siempre soñó. Eso sí, sin abandonar sus principios, creencias y a sus amigos de siempre.

De hecho, así se muestra en el documental que versa sobre su vida y que toma su precioso nombre brasileño. Un documento audiovisual cuya primera temporada fue todo un éxito en Netflix, tanto que ya se graba la segunda entrega. Y no libre, por cierto, de polémicas. 

El santuario de Nuestra Señora de la Virgen de Fátima recibió este pasado mes de agosto la visita de su feligresa más chic y devota. Y lo hizo bajo una nube de focos, flashes y críticas de todo calibre por redes sociales, ya que la aragonesa escogió para tan inmaculada visita un ajustado vestido blanco, con un bolso de Chanel de 9.000 euros, sandalias Hermés de 2.000 euros y un pañuelo cabecero de la misma marca, pero con un coste de 450 euros.

Un look de lo más sencillo y terrenal, discreto y de inspiración católica, que le sirvió para mimetizarse con la esencia y la espiritualidad de dicho templo y para pedirle a la Virgen. “Sigue guiando e iluminando mi camino, virgencita”, posteó Georgina poco después en su perfil de Instagram. Toda una declaración de intenciones, que bien puede hacerse con elegancia y seducción. n