Tom Phillips, el hombre neozelandés cuya vida en la clandestinidad con sus tres hijos pequeños capturó la atención del país durante casi cuatro años, murió este lunes en un tiroteo con la policía tras intentar cometer un robo en la zona rural de Piopio. Su historia, envuelta en misterio y marcada por una prolongada fuga, ha sido una de las más mediáticas de Nueva Zelanda en los últimos tiempos.

Phillips, de 39 años, había desaparecido junto a sus hijos Ember, Maverick y Jayda -hoy de 9, 10 y 12 años- respectivamente, poco antes de la Navidad de 2021, tras una disputa por la custodia con la madre de los menores. Abandonaron entonces la remota comunidad de Marokopa, en la Isla Norte, y se internaron en los bosques cercanos, donde permanecieron ocultos durante un total de 1.358 días.

Aislados de la civilización, enfrentaron un entorno boscoso y montañoso, con clima hostil, lluvias frecuentes y temperaturas cercanas a la congelación. A pesar de las difíciles condiciones, sobrevivieron fuera del radar de las autoridades, sin acceso a bancos ni redes sociales. Según informes policiales, Phillips vivía de lo que cultivaba, recolectaba, cazaba o pescaba.

Campamento en Te Anga Road, Waitomo (Nueva Zelanda) New Zealand Police

Los años de desaparición

Durante los años de su desaparición, se registraron avistamientos esporádicos. El primero ocurrió el 2 de agosto de 2023, cuando presuntamente robó un vehículo y fue captado en tiendas locales comprando suministros de supervivencia. Más tarde, el 3 de octubre de 2024, fue visto junto a sus hijos por cazadores de cerdos en las afueras de Marokopa. Aunque alertaron a la policía, la búsqueda no arrojó resultados significativos.

El 27 de agosto de 2025, cámaras de seguridad captaron a un hombre que parecía ser Phillips junto a uno de sus hijos intentando forzar la entrada a una tienda en Piopio. Días después, su intento de perpetrar un nuevo robo en esa misma zona rural terminó en un enfrentamiento con la policía, en el que perdió la vida. Estaba acompañado por una de sus hijas, quien resultó ilesa.

Tras el tiroteo, las autoridades localizaron un campamento donde esperaban los otros dos menores. La estructura, construida con neumáticos, ramas y lonas, se encontraba a unos dos kilómetros del lugar donde Phillips fue abatido. Allí también se encontraron armas de fuego, una motocicleta y un quad camuflados, latas de refresco y un bidón de gas.

Actualmente, varias zonas del oeste de Waikato permanecen acordonadas mientras la policía continúa investigando y recolectando pruebas. No se descarta que puedan encontrarse más campamentos y nuevos detalles sobre las condiciones en las que vivieron Phillips y sus hijos durante estos casi cuatro años de desaparición. Los menores están ahora bajo custodia de las autoridades, poniendo fin a una larga etapa de incertidumbre sobre su bienestar.