Al cumplirse ayer domingo dos semanas de ataques cruzados, la frontera entre el Líbano e Israel se asemeja más a un frente de guerra que a una mera línea de contacto con choques esporádicos, mientras crecen los temores a que la guerra de Gaza se extienda al territorio libanés.

El grupo chií libanés Hizbulá anunció el sábado por la noche seis nuevas bajas en sus filas, el mayor número de muertes en un solo día desde que estallara la violencia fronteriza el pasado día 8, lo que eleva ya por encima de la treintena el balance total de víctimas mortales en el sur del Líbano.

En la última semana, el nivel de violencia se ha ido incrementando gradualmente hasta convertirse en un cruce de ataques casi constante a través de la divisoria, con lanzamientos de misiles de Hizbulá contra tanques y posiciones militares israelíes, y artillería israelí contra zonas geográficas cada vez más amplias del sur del Líbano.

La formación chií ha comenzado a utilizar misiles teledirigidos varias veces al día, un tipo de proyectiles de uso limitado durante la guerra librada entre las partes en 2006, mientras que el Estado judío ha estado lanzando bombardeos de drones.

Israel ordenó ayer domingo la evacuación de otras 14 comunidades septentrionales cercanas a la frontera con el Líbano, de donde ya había anunciado el desalojo de 28 con un total de 20.000 habitantes y de la ciudad de Kyriat Shemona, a 10 kilómetros y con una población de 23.000.

La mayoría de expertos coinciden en que el intercambio se adhiere todavía a las denominadas “normas de combate”, que ambos bandos parecen ir actualizando a nuevos baremos a medida que sube la tensión para tratar de evitar una escalada de demasiada envergadura.

Incertidumbre como arma

El portavoz de la fuerzas israelíes Jonathan Conricus confirmó ayer domingo que Hizbulá estuvo “escalando la situación” con fuego “masivo antitanque”, cohetes, morteros e intentos de infiltración; defendiendo que la respuesta de su lado fue hasta el momento “medida” y “táctica”.

En medio de una subida general del tono, el portavoz alertó de que el movimiento chií “está jugando a un juego muy, muy peligroso” y pidió al Estado libanés que se plantee si está dispuesto a poner en riesgo “lo que queda de su prosperidad y soberanía” por los “terroristas” de Gaza. “Del modo en que se ve ahora, Hizbulá está agrediendo y está arrastrando al Líbano a una guerra con la que no va a ganar nada”, advirtió.

El primer ministro libanés, Najib Mikati, insistió en que no quieren un conflicto y en que están manteniendo contactos para tratar de contener la situación, conscientes de que el país se encuentra en horas muy bajas con una grave crisis económica y sin siquiera un jefe de Estado.

Sin embargo, todo el mundo en el Líbano sabe que la decisión no está en manos del Estado, sino del movimiento liderado por el clérigo Hasán Nasrala, que hace 17 años ya libró una guerra contra Israel sin participación activa del Ejército libanés. l

En corto

Netanyahu

“El peor error”. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó ayer que si el grupo chií libanés Hizbulá entra en guerra contra Israel en apoyo del movimiento islamista palestino Hamás, “cometerá el peor error de su vida” y “añorará” el conflicto de 2006. En una visita a las tropas israelíes desplegadas en la frontera con el Líbano, donde se intensifican los enfrentamientos, Netanyahu afirmó que “si Hizbulá decide entrar en la guerra, añorará la segunda guerra del Líbano. Estará cometiendo el peor error de su vida”.