A tres meses de las elecciones parciales parlamentarias y con un apoyo muy escaso para el presidente Biden, cuanto ocurre fuera y dentro del país es visto desde una perspectiva electoral. Y es tan problemática para la oposición republicana como para los demócratas que tratan de mantener el poder.

La última sorpresa fue el referéndum del estado de Kansas con respecto al aborto, pues en un lugar claramente conservador, la población votó para mantener el derecho a interrumpir el embarazo hasta las 15 semanas de gestación.

Por una parte, esta decisión demostró lo que los magistrados del Supremo habían indicado recientemente cuando votaron para modificar la sentencia que garantizaba el derecho constitucional al aborto: el voto de Kansas refuerza la posición del Supremo de que no se trata de prohibir el aborto, sino de poner el asunto en manos de los 50 estados de la unión americana, como corresponde a un estado federal.

La sorpresa, en el caso de Kansas, se debe a que se trata de un estado conservador y, si bien el resultado alegra a los sectores progresistas -y en consecuencia al Partido Demócrata- también indica que en el país podrían repetirse situaciones semejantes.

De momento es difícil saber cuáles serán los resultados. En Indiana, por ejemplo, la votación fue contraria a aborto y en otros lugares los debates continúan.

Si más estados siguen el modelo de Kansas, rápidamente los demócratas perderían uno de sus argumentos electorales el próximo mes de noviembre, porque la población daría esta cuestión por zanjada y se centraría en lo que generalmente más le importa, que son los problemas económicos.

La economía es un terreno minado para los demócratas pues es difícil imaginar una mejora a tan corto plazo y lo habitual es que la población responsabilice, tanto para lo bueno como para lo malo, al partido en el poder.

Hay intentos demócratas para marear la perdiz, desde el viaje a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, hasta la guerra de Ucrania o la evolución del Covid, pero es improbable que compensen la irritación general por la situación económica debido a la escasez de artículos, en un país acostumbrado a la abundancia y una inflación que supera cualquier incremento salarial.

Algunas medidas aprobadas por los demócratas no tendrán efecto antes de las elecciones, como la decisión de ampliar en 87.000 el número de empleados de Hacienda, quienes probablemente atormentarán a los contribuyentes norteamericanos el año próximo, cuando llegue la hora de hacer la declaración de renta. Es algo que los hará todavía más impopulares.

La mejor esperanza para los demócratas podría ser el expresidente Donald Trump, quien parece decidido a volver a ser candidato, especialmente porque las encuestas indican que tiene más apoyo popular que Joe Biden, el actual ocupante de la Oficina Oval.

Pero tener más apoyo que Biden sirve de poco: por una parte, el actual mandatario presidente goza de escasa popularidad y, por la otra, es casi seguro que no volverá a presentarse.

Al mismo tiempo, cuesta imaginar que el electorado devolverá a Trump a la Casa Blanca, de forma que su presencia en estos momentos de elecciones parciales tan solo ha de servir para alejar a los votantes moderados y así debilitar a los republicanos y dar una oportunidad al Partido Demócrata de mantenerse en el poder en contra de los pronósticos y los precedentes.

Para las elecciones presidenciales faltan más de dos años y la presencia de Trump tal vez ya haya desaparecido para entonces. De momento, planea de manera peligrosa para su partido, que todavía no parece haber encontrado una figura capaz de sustituirlo.