ONATHAN Vigh, miembro del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas (NCAR), estaba en su casa de Superior (Colorado) el pasado 30 de diciembre. Hacia las 10.30 horas comenzó a oler a quemado, y pocos minutos más tarde vieron pasar una columna de humo por encima de sus cabezas. Hacia las 11.15 el humo había descendido hasta ahogarlo todo... “era una muy mala señal” -advirtió Vigh-. “La velocidad a la que avanzaba era aterradora”. A las 12.15 tuvieron que abandonar su casa y “cuando estaba cargando la última maleta en el coche, nos cubrió el hollín”, dijo. La parte oeste de la casa comenzó a arder a las 12.22 y quince minutos después había desaparecido, devorada por el fuego. En dos horas habían perdido todo lo que allí tenían.

La tormenta de viento había arrastado las llamas hasta el límite oeste de Denver y Boulder. El incendio había consumido seis kilómetros cuadrados impulsado por vientos de 160 km/h. El gobernador Jared Polis ?declaró el estado de emergencia, y describió el fenómeno como “absolutamente devastador... estaba consumiendo campos de fútbol en segundos”. A media tarde, 370 viviendas en las afueras de Superior y otras 210 viviendas en el casco antiguo de la comunidad habían quedado reducidas a cenizas. Al menos 553 edificaciones fueron destruidas en Louisville (21.226 habitantes) y al menos 332 en Superior (13.094 habitantes), junto con 106 inmuebles más en el condado de Boulder. El conteo preliminar registró 991 estructuras consumidas en unas nueve horas y la evacuación de unas 30.000 personas. El Instituto Nacional Oceánico y Atmosférico atribuyó la gravedad del incendio a las condiciones de sequía extrema que había experimentado Colorado en la segunda mitad de 2021. Diciembre de 2021 puso un signo de exclamación en la historia del clima en Colorado: Nunca habíamos visto arder 1.000 árboles de Navidad.

Daniel Swain, climatólogo de la Universidad de California en Los Angeles, ha subrayado lo que ya sabíamos, altas temperaturas, escasa precipitación y el subsiguiente aumento de la evaporación (la “sed atmosférica”) han secado el paisaje. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de Naciones Unidas concurre con este diagnóstico. En el informe del pasado agosto informó que el mundo se ha calentado rápidamente 1,1 grados por encima de los niveles preindustriales, y que nos acercamos al umbral de los 1,5 grados, que es el límite crítico. A nivel mundial, sequías que ocurrían una vez cada diez años son hoy un 70% más frecuentes.

Solo unos pocos meses han bastado para marcar 2022 como un año de fuego. A 17 de mayo, el Centro Nacional Interagencial de Bomberos de los Estados Unidos informa que 25.637 incendios han quemado un total de 5.543 km2. Esto está muy por encima del promedio de los últimos diez años de 18.945 incendios y una superficie calcinada promedio de 3.050 km2. El Grupo Nacional de Coordinación de Múltiples Agencias en los Estados Unidos ha declarado el “Nivel de preparación 2”, o estado de emergencia.

El problema es que “los estados de emergencia” han pasado a ser “ordinarios” por lo que el Centro para la Filantropía de Desastres (CDP) ha reusado hacer referencia al concepto de “temporadas de desastres”: Todas las temporadas son desastrosas y el ?ciclo de incendios forestales abarca las doce lunas del año. Cecile Juliette, oficial del Departamento Forestal y de Protección contra Incendios de California, dijo que “hace diez o quince años solíamos llamar temporada de incendios de California a los períodos en los que podíamos tener fuegos, como julio, que se dilataba tal vez hasta septiembre u octubre. Entonces, eran solo unos meses. Ahora nuestros incendios se extienden hasta diciembre y comienzan en enero. Por tanto, no es exacto llamarlo “temporada” de incendios... ya no tiene sentido. Ahora se trata realmente de un ciclo anual de fuegos”.

Más áreas en menos tiempo

Los incendios forestales duran más, arrasan mayores áreas en menor tiempo y se extienden cada vez más hacia el Este. A medida que la sequía avanza se extiende al Este, surgen más incendios forestales en los estados del sur y en las llanuras del Medio Oeste. 2022 comenzó con un incendio en la víspera de Año Nuevo en Colorado y posteriormente el fuego ha ardido en Texas, Oklahoma, Kansas, Georgia... llegando hasta North Carolina y Florida. No ha ido más al Este porque el océano no arde.

A principios de marzo, el NOAA predijo que las condiciones de sequía se expandirían hacia el Este esta primavera, con una lluvia de incendios rápidos y peligrosos. El 70% del estado de Texas se ha visto afectado por una sequía severa que ha escurrido alrededor de 663 km2, según el Servicio Forestal de Texas. Este hecho ha producido nuevos incendios como el de Fort Hood, que quemó más de 133 kilómetros cuadrados. Casi 10 millones de personas en las llanuras del Medio Oeste han estado bajo la amenaza del estado de emergencia, ya que los meteorólogos advirtieron un brote importante de incendios forestales, especialmente peligrosos en Texas, Oklahoma y el suroeste de Kansas.

El cambio climático no solo está aumentando la severidad del clima, sino que está produciendo los llamados “latigazos del clima”: cambios bruscos entre extremos secos y húmedos, un peligroso coctel de incendios e inundaciones recurrentes. Esto es lo que se está experimentando recientemente en California donde los ríos atmosféricos están causando un mayor número de destructivas torrenteras y sequías extremas. Estos ríos son regiones relativamente largas y estrechas de la atmósfera que, como arroyos en el cielo, transportan grandes cantidades de vapor de agua, en ocasiones el equivalente al flujo promedio de agua de la desembocadura del río Mississippi. No se trata de un fenómeno reciente, y en la mayoría de los casos no causan daños; todo lo contrario, son ricos sistemas que proporcionan abundante agua. De hecho, entre un 30% y un 50% de la precipitación en la costa oeste ocurre cuando estos ríos atmosféricos tocan tierra, y liberan el vapor de agua en forma de lluvia o nieve. El problema ahora es que la velocidad de descarga de la humedad está comenzando a causar estragos.

Abril más cálido

Según la NOAA, la temperatura global de abril se situó 0,85 grados por encima del promedio del siglo XX (13,7 grados). Asia ha sufrido el abril más cálido, 2,62 grados por encima del promedio. Los 10 abriles más cálidos del planeta han ocurrido a partir de 2010, fundamentalmente entre 2014 y 2022. La temperatura global de 2022 hasta la fecha está 0,87 grados por encima de la media, y constituye el quinto registro más alto desde que en 1910 se comenzaron a hacer mediciones. 2022 será uno de los 10 años más cálidos jamás registrados.

A pesar de todo, seguimos cuestionando que el cambio climático y el calentamiento global sean fenómenos “reales”. Ocurre y no lo queremos ver, se ha estudiado y no lo queremos entender, hay soluciones y no las queremos aplicar. La mejor estrategia para dar respuesta al problema sería no ser seres humanos ni comportarnos como tales, pero la realidad se acabará imponiendo, un cambio en nuestras formas de vida sin precedentes; una reducción radical de la emisión de gases de efecto invernadero para 2050. Parafraseando a Bacon, solo tenemos este momento, brillando como una estrella en nuestras manos y ardiendo como la lumbre. l

A pesar de todo, seguimos cuestionando que el ?cambio climático y el calentamiento global sean ?fenómenos “reales”