BILBAO. El diplomático John Chilcot, principal figura a cargo de la investigación, recalcó durante la presentación del informe de 12 volúmenes y 2,6 millones de palabras, cómo Londres eligió sumarse a la guerra de Irak basándose en informes de “inteligencia y evaluaciones equivocadas”.

Blair le prometió a su homologo estadounidense George W. Bush seguirle “pasara lo que pasara”, incluso un año antes de comenzar el conflicto. “Este es el momento para evaluar las dificultades sin rodeos. La planificación y la estrategia para esto son los más difíciles. Esto no es Kosovo. Esto no es Afganistán. No es ni siquiera la guerra del Golfo”, le decía el laborista, mientras sus ministros “eran conscientes de los planes inadecuados de EE.UU.”.

Además, el principal argumento de Bush y Blair para la invasión, con el expresidente español José María Aznar en la sombra, era la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, pero ahora Chilcot cree que los juicios se presentaron con una certeza que no estaba justificada.

“Pese a las advertencias explícitas, las consecuencias de la invasión fueron subestimadas. La planificación y los preparativos para el Irak pos Sadam fueron totalmente inadecuados”, recalcó Chilcot a los periodistas. Ponía así un poco de luz a un informe solicitado el 15 de junio de 2009 por el entonces primer ministro y sucesor de Blair, Gordon Brown.

Asimismo, Chilcot explicó cómo en 2003, era la primera vez que Reino Unido participaba en la invasión de un país soberano desde la Segunda Guerra Mundial, pero la acción militar “no era el último recurso” y “se subestimaron las consecuencias y se fracasó en lograr los objetivos establecidos”.

Blair veía a Sadam Hussein como “una amenaza potencial”, que podía ser contenido, pero reconocía que “la contención es siempre arriesgada”. Según el informe, Blair dio forma a su estrategia diplomática en torno a la necesidad de deshacerse de Sadam, viendo como la forma más sencilla de conseguirlo, darle un ultimátum a Irak para desarmarse, preferiblemente con el respaldo de la autoridad de la ONU.

El ex primer ministro respondió al informe puntualizando que la decisión de ir a la guerra en Irak fue la más difícil que tomó como primer ministro. “Acepto toda la responsabilidad”, reconoció el ex primer ministro, pero defendió cómo la tomó “de buena fe y creyendo que era en interés del país”. “Expreso más dolor, pesar y disculpas de lo que jamás puedas saber o creer”, dijo ayer Blair. Sumándose así a otras comparecencias en el pasado, en las que Blair pidió perdón por algunos errores en la planificación de esa guerra, que provocó un profundo rechazo y división en las sociedades europeas, contrarias al ataque. “Si ganamos rápido, todo el mundo será nuestro amigo. Si no ganamos y no se han implicado antes, empezarán las recriminaciones”, explica Blair en la correspondencia a Bush. Además de mostrar cómo era conocer de su falta de apoyos, “en el Reino Unido, no puedo estar seguro de contar con el apoyo del Parlamento, del partido, del público o incluso de algunos de mis ministros”. Durante estos siete años, el grupo de expertos evaluó y analizó unos 150.000 documentos del Gobierno sobre la guerra de Irak, a la que fueron enviados 30.000 soldados británicos, en una invasión liderada por Estados Unidos.

Reacción de las familias

Por su parte, las familias de los 179 soldados británicos caídos en Irak, mostraron su “tristeza al descubrir que sus seres queridos murieron innecesariamente”. Muchos de ellos estaban presentes en la sala en el momento de la presentación del informe, incluida Sarah O’Connor, quien perdió a su hermano de 38 años en el conflicto, acusó abiertamente a Blair de ser “el peor terrorista del mundo”.

En el caso de Rose Gentle, perdió a su hijo Gordon cuando apenas tenía 19 años: “Ahora al menos podemos decir que tenemos la prueba. Doce años de lucha por mi hijo han valido la pena”. Por su parte, el activista contrario a la guerra, Reg Keys, dijo que sentía cómo su hijo había “muerto en vano” dadas las continuas atrocidades en Irak, incluyendo el atentado con coche bomba en Bagdad de esta semana que mató a más de 250.

Algunas familias, que se concentraron ayer ante el centro de convenciones, no descartan recurrir a los tribunales, como Roger Bacon, cuyo hijo falleció en el conflicto. Pero el representante de 29 de las víctimas dijo que “era demasiado pronto para tomar decisiones”. De hacerlo así, la guerra de Irak podría terminar llevando a prisión por delitos de lesa humanidad tanto a Blair, como a su ex ministro de Interior, y más tarde de Asuntos Exteriores, Jack Straw, y a su exjefe de los servicios secretos MI6, Richard Dearlove.