MSF alerta del gran riesgo si el ataque de Kunduz fue un error
La ONG está alarmada pues nunca antes un ejército occidental había masacrado un hospital así
bilbao - Sábado 3 de octubre. El hospital de MSF en Kunduz (Afganistán) es bombardeado cruentamente por un avión de Estados Unidos. Doce sanitarios y diez civiles muertos. Los pacientes quemándose vivos en sus camas. La ONU advierte de que puede tratarse de “un crimen de guerra”. Inmediatamente, la ONG demanda una investigación imparcial de un hecho que no tiene precedentes.
Así, la presidenta internacional de MSF, Joanne Liu, pide en el Palacio de las Naciones en Ginebra que la Comisión Internacional Humanitaria de Encuesta lance una investigación completa y transparente y, el día 16, la ONG lanza una campaña internacional en la que solicita a los ciudadanos su colaboración para reclamar al presidente de EE.UU., Barack Obama, una investigación independiente. El día 3, el Gobierno afgano había argumentado que en el hospital de MSF había talibanes, lo que enfadó aún más a la organización humanitaria.
“Nosotros llevamos más de 40 años trabajando en guerras”, puntualiza José Antonio Bastos, “y hay cosas que hemos aprendido y hacemos de manera repetida y son de mucho, mucho, sentido común. Como no permitir que nadie armado entre dentro de los hospitales. En primer lugar, porque se pueden poner a disparar dentro, y eso es muy peligroso, y en segundo para que nadie desde fuera piense que ese hospital está siendo utilizado por ningún grupo armado. Nos colocaría en una situación muy vulnerable. Esto lo hacemos desde nuestra prehistoria, es una rutina absoluta”.
El presidente de la ONG médica especifica que, cuando trabajan en zonas en conflicto bélico, “siempre lo hacemos con la aceptación de los grupos armados. No tenemos vocación de mártires para meternos en medio de un tiroteo. Avisamos de que vamos a pasar por ahí con un convoy de ambulancias, aquí estamos montando un hospital... La única manera que tenemos de trabajar en zonas de conflicto es avisando a los grupos armados de que estamos ahí y qué estamos haciendo. Eso incluye dar las coordenadas del hospital y muchas más cosas de sentido común, como avisar a todos los comandantes locales de todos los grupos armados, rebeldes, criminales... En Haití teníamos una interacción diaria con las bandas criminales de Puerto Príncipe”, relata.
Y es que la única manera que tienen estos médicos de trabajar en esos destinos es “saber que nos respetan. Es una rutina absolutamente machacona en cualquier país en el que trabajamos, no tiene nada que ver con Afganistán. Además de las coordenadas GPS, el mensaje de estamos aquí atendiendo heridos de todos los bandos, dejadnos trabajar, ese lo pasamos constantemente”. Además, “nuestro hospital no se puede confundir con nada, está indicadísimo con banderas, pegatinas, paredes pintadas”, describe Bastos.
MSF lleva desde 1980 trabajando en Afganistán, y el edificio bombardeado “llevaba cuatro años en la misma ubicación, era muy conocido por la población local, por los talibán, por los ejércitos occidentales, por el afgano... Más allá del GPS, es muy chocante”. Y es que, según José Antonio Bastos, “nunca habíamos tenido un ataque por un agresor con una capacidad tan sofisticada de escoger dónde atacar y dónde no sin ningún otro motivo aparente”. Normalmente, los ataques a la organización médica son “por conseguir recursos, robos es la razón más frecuente. Pero lo que nos ha pasado en Kunduz es único, totalmente nuevo”.
El presidente de la ONG indica que “si piensas en la cantidad de personal de MSF que está en zonas de guerra, en guerras muy violentas, como Yemen, Sudán del Sur, República Centroafricana... y en tres décadas hemos tenido 15 incidentes muy serios. Aunque el que asesinen a un profesional médico que está trabajando en otro país es extraordinariamente relevante, la proporción es pequeña. Sobre todo si lo comparas con obreros de la construcción, mineros, pescadores...”. La guerra siria, tan terrible, sí estaría saltándose más los protocolos. “En Siria los ataques a instituciones sanitarias son repetidos por todos los bandos, pero particularmente por el régimen de Al Asad”. El conflicto sirio “tiene más ataques a hospitales y una impresión generalizada de que la actividad médica es un objetivo regular dentro de las operaciones militares. La guerra siria es muy diferente a lo que hemos conocido hasta ahora”.
Excepto un ataque en un hospital de Mogadiscio en 1993, el incidente de Kunduz sería “muy, muy especial. Sin antecedentes de ataques occidentales de manera tan sofisticadamente restringida a instituciones de MSF. Por eso hemos dicho hasta aquí hemos llegado”.
¿por qué? Lo que tiene en jaque a la organización humanitaria es la razón por la que el avión estadounidense se cebó con su hospital: “Impresiona la tenacidad y la persistencia del ataque. No fue una pasada, fueron cinco vueltas seguidas que dio el avión, volviendo a machacar exacta y precisamente el mismo edificio”. Eso supuso “una muerte atroz y una destrucción completa de una institución que estaba a pleno rendimiento; acababan de aumentar el número de camas la semana anterior, y estaban asistiendo quirúrgicamente a una población muy necesitada”. Más allá, “en una ciudad de 300.000 habitantes, en una situación muy tensa y violenta, se han quedado sin el único centro capaz de proporcionar atención quirúrgica de emergencia gratis. ¿Cuántos centenares de muertes más puede asumir este ataque?”, subraya.
¿Un error? ¿Aviso a los navegantes? “Desde luego, si ha sido un error, es absolutamente imperdonable. Cómo se puede errar así. Si han cometido un error, pueden bombardear la Embajada de Canadá mañana. No estamos a salvo en ningún sitio. Y, si no ha sido un error, entonces sí es un crimen de guerra”.
Bastos señala que “si hay algo remotamente bueno de todo esto es reactivar la importancia de las convenciones de Ginebra como las reglas que regulan las atrocidades de las guerras. Y recordar al mundo que las guerras se hacen entre grupos armados y se evita a civiles”. Si no, “se sienta un precedente que va en contra de la inviolabilidad de la asistencia médica en zonas en conflicto. Si este incidente pasa sin unas consecuencias políticas o de prestigio para la Administración americana, el riesgo para millones de personas en zonas de guerra es altísimo”.
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