La maquinaria para evitar el peor escenario posible, la salida de Grecia del euro, está en marcha. Tanto el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) como el Eurogrupo confirmaron ayer la solicitud oficial por parte de Grecia de un tercer programa de rescate que podría rondar los 50.000 millones de euros. Será por tres años. A cambio el Gobierno griego se compromete a poner en marcha de forma inmediata, la próxima semana, reformas en materia fiscal, de pensiones y otras medidas encaminadas a reforzar la economía helena.
En las próximas horas, el Ejecutivo de Alexis Tsipras deberá completar la solicitud con el envío de un paquete de reformas completo y creíble que deberá estar a primera hora de este viernes en manos de las instituciones acreedoras para su análisis. Grecia tiene de margen hasta el domingo para cerrar un acuerdo.
El préstamo, según consta en la misiva remitida ayer al presidente y al director gerente del Fondo de rescate, Jeroen Dijsselbloem y Klaus Regling, será utilizado para reducir la abultada deuda griega -actualmente cercano al 180% del PIB- y garantizar la estabilidad del sistema financiero. Como contrapartida, Atenas aceptará nuevas condiciones a recoger en un nuevo marco de reformas a medio-largo plazo con medidas destinadas a garantizar la sostenibilidad fiscal, la estabilidad financiera y el crecimiento, en un país que ha perdido un 25% de su PIB en los últimos cinco años. Y, tal y como le exigen sus socios europeos, promete aplicar desde principios de la próxima semana un paquete de medidas para reformar el sistema impositivo y de pensiones. No aclaran si los cambios irán en la misma línea que los exigidos por los acreedores en su última propuesta, y que precisamente fueron los que hicieron descarrilar la anterior negociación, pero lo que nadie duda es que las condiciones serán más duras que las planteadas hace apenas diez días.
“El Gobierno griego enviará como muy tarde el 9 de julio propuestas detalladas para una agenda amplia y específica de reformas que serán analizadas por las tres instituciones -Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI- y presentadas al Eurogrupo”, aseguran en la carta firmada por el ministro de finanzas, Euclides Tsakalotos, en la que no mencionan cuánto dinero quieren pedir. En su última propuesta, del 30 de junio, Atenas barajaba la cifra de casi 30.000 millones de euros para dos años aunque un informe reciente del Fondo Monetario Internacional elevaba sus necesidades de financiación hasta 2018, muy por encima de los 60.000 millones.
Mucha más ambigüedad contiene el apartado dedicado a la reestructuración de la deuda, aunque a priori Atenas suaviza su postura al apuntar a la necesidad de un debate amplio para “explorar medidas potenciales para que la deuda del sector oficial pueda ser al mismo tiempo sostenible y viable a largo plazo”.
Es decir, de momento, ni piden quitas ni plantean urgencias temporales en este terreno, aunque ayer el secretario del tesoro norteamericano, Jacob Lew, sí reconoció públicamente que Europa necesita reestructurar la deuda. En cualquier caso, Grecia garantiza que “honrará sus obligaciones financieras con todos sus acreedores de forma plena y a tiempo”, que tiene intención de pagar la deuda de 1.500 millones al FMI y que su objetivo es seguir siendo parte de la Eurozona y respetar las reglas.
Revisión de la petición Los números dos de los ministerios de economía y finanzas de la zona euro comenzaron ayer a estudiar la petición en el grupo de trabajo del Eurogrupo. A partir de aquí, la Comisión Europea, el BCE y el FMI tendrán que analizar la situación financiera de Grecia, sus necesidades de financiación y la sostenibilidad de la deuda. Y, en paralelo, el paquete de reformas a presentar por Atenas que, según recordaron ayer desde Berlín, es una precondición para que Alemania examine la petición de tercer rescate. Solo entonces se decidirá si hay base para el acuerdo y se trasladará el caso al Eurogrupo, que negociaría el sábado con vistas a preparar el terreno para la nueva cumbre los líderes europeos el domingo. Una cita que ha sido presentada como “la última oportunidad” y de la que podrán salir dos opciones: o un acuerdo sobre el tercer rescate o empezar a buscar escenarios alternativos como la introducción de una moneda paralela en Grecia, cuyos preparativos según la prensa helena ya están en marcha, e incluso su salida del euro. Ese es, pese a la decepción y la frustración de los dirigentes europeos en la cumbre del martes, el gran objetivo a evitar.
Ayer el presidente de la UE, Donald Tusk, admitía que la petición de rescate es ya una señal positiva y un buen augurio. “Sin unidad sobre Grecia, dentro de cuatro días nos despertaremos en una Europa diferente; esta es de verdad la última vez que suena el despertador de Grecia y también el nuestro, es nuestra última oportunidad”, advirtió ayer durante el debate sobre Grecia celebrado ayer en la Eurocámara. Y es que, sin acuerdo, la suerte de Grecia está echada.
Las autoridades helenas se han visto obligadas a prolongar el corralito para evitar la caída de los bancos que tienen liquidez para aguantar hasta este domingo. “La economía griega está al borde de la catástrofe. La línea de liquidez de emergencia se terminará el lunes si no hay acuerdo el domingo”, advirtió ayer Christian Noyer, gobernador del Banco de Francia.