Anna es recepcionista de hotel. Empieza la Berlinale y va a tener mucho más trabajo por ello. No está muy al tanto de qué se está cociendo entre Alemania y Grecia; claro que ella vive un poco lejos de Berlín. En la capital alemana es raro que la gente no opine de política. Se dice que Berlín es “sexy pero pobre”, una ciudad rehecha tras el nazismo y el Muro -que duró nada menos que 28 años-, y repoblada por creativos de todo pelaje y personas de 187 nacionalidades, que le han dotado de una personalidad moderna, viva y poco ostentosa. En Berlín defienden con uñas y dientes el concepto “libertad”, y dan muestra de ello con sus referéndums populares, como el que frenó hace unos meses la construcción de viviendas y tiendas de lujo en uno de sus parques fetiche: Tempelhofer Freiheit (libertad).
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