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Fabio Valencia Cossío: "Santos se apresuró en las conversaciones con las FARC"

Fabio Valencia Cossío (Medellín, 1948), fue uno de los negociadores del Gobierno de Andrés Pastrana que se sentó en 1989 con las FARC

Fabio Valencia Cossío: "Santos se apresuró en las conversaciones con las FARC"

Cuando uno empieza a conversar con el ex ministro de Interior que se sentó por parte gubernamental durante el ejecutivo de Andrés Pastrana en las negociaciones de el Caguán (1998-2002) con las FARC, es ineludible ser algo benevolente. No hay político que no justifique lo que hizo y no hay político que esté de acuerdo con lo que intentan quienes le han sucedido. Es una voz crítica de las actuales negociaciones, aunque es consciente de que la solución militar no debe venir sin acompañamiento de un proceso de conversaciones al que le pone muchas acotaciones. Por eso cree que Santos "se ha equivocado al devolver a las FARC un carácter político que ya habían perdido".

¿Por qué el Gobierno de Pastrana intentó en el año 1998 ese diálogo con las FARC del que usted fue protagonista?

-Era un momento de hartazgo. La población tenía el convencimiento de que se estaba perdiendo una guerra militar; era un país agobiado que estaba reclamando una salida distinta a lo que se había intentado, asistíamos a matanzas horribles, a pérdidas de control, de soberanía y era necesario tomar otro rumbo.

¿Pero las FARC llegaban en posición de fuerza?

-Militarmente puede ser así, pero socialmente el presidente Pastrana consultó al pueblo sobre la conveniencia de abrir esas conversaciones y obtuvo el respaldo de nada menos que diez millones de colombianos. Esa era nuestra legitimidad y por eso procedimos a desmilitarizar una zona para hablar con ellos.

¿Y por qué fracaso?

-Creo que las FARC nunca tuvieron verdadera voluntad de llegar a acuerdos y aprovecharon ese periodo para reforzarse. Además, ocurrió otro fenómeno que me recuerda mucho a lo que sucede ahora: no se pactó un alto el fuego y en paralelo a las conversaciones se sucedían los episodios de violencia. Es el riesgo que hay que correr.

¿Qué aprendieron de aquella experiencia? ¿Se ha usado para el actual proceso de conversaciones?

-El resultado inmediato fue que en paralelo se fueron reforzando las fuerzas militares, se elaboró el 'Plan Colombia', hubo declaraciones de EE.UU. Y de la UE declarando a las FARC como un grupo terrorista y se abrió un periodo en el que primó la seguridad sobre cualquier otra experiencia. Sobre las conversaciones actuales creo que el presidente Santos ha pecado de ingenuo.

¿Por qué?

-Porque debía saber que las FARC son especialistas en dilatar el proceso. Se dijo que iban a ser para seis meses y vamos ya para dos años, sin demasiados visos de que acabe en breve por todas las dificultades que están surgiendo. Santos ha planteado la negociación como entre el Gobierno y la guerrilla, y eso es un error básico. Nosotros fuimos allá como Estado, diciendo lo que íbamos a hacer, con el refrendo popular. Ahora, sin embargo, todo es oscurantismo y está creando mucha incertidumbre.

Le veo muy pesimista...

-No me parece mal que se negocie, pero hay que hacerlo desde la continuidad de la 'seguridad democrática' (la que impulso el ex presidente Álvaro Uribe). De esta manera, haciéndolo por su cuenta, lo que ha ocurrido es que se le está devolviendo a la guerrilla una entidad política de la que carece. ¿Por qué se va a negociar con las FARC una reforma agraria? El lugar para discutirlo es el Legislativo y si quieren integrarse, ahí están las fuerzas que supuestamente les pueden representar en esas aspiraciones.

Pero se propone que un referéndum popular ratifique los acuerdos que se puedan alcanzar en La Habana, lo que sí le daría un carácter plenamente democrático al proceso...

-Le hago otra pregunta ¿qué pasa si el pueblo dice que no? ¿cómo se articula eso? No hay nada previsto si algo así pasara y podría suceder porque las encuestas dicen que el 77% de la población desconfía de las conversaciones que se llevan a acabo en La Habana. Por no hablar de la posibilidad de que sean directamente los dirigentes de las FARC los que obtengan un beneficio, en forma de perdón, que les permita acceder a la política sin haber rendido cuentas. Eso sería inaceptable. O la entrega de armas, algo que ustedes conocen bien porque ya hemos visto esas pistolitas que ni siquiera ha entregado ETA. Los procesos hay que hacerlos con otras garantías.

¿Y la garantía de que haya otros gobiernos implicados que actúen como facilitadores?

-En eso también se ha equivocado Santos porque resulta que ha buscado apoyos en Venezuela, Cuba... todos países que tradicionalmente han velado más por el interés de la guerrilla que por el del Estado colombiano. Debería haber buscado países amigos y no las alianzas que ha establecido.